La guerra de cuarta generación en Venezuela: RCTV, Human Rights Watch y el movimiento estudiantil escuálido.


Por Juan Manuel Karg*

1) La última semana de enero de 2010 representó una nueva batalla mediática encabezada por los sectores más conservadores de la sociedad venezolana en contra del gobierno de Hugo Rafael Chávez Frías. No era para menos teniendo en cuenta las declaraciones del Comandante en su discurso del 23 de enero en la Plaza Oleary de Caracas. Allí, conmemorando los 52 años de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, Chávez retó a esa oposición heredera del pacto puntofijista que durante 40 años signó los destinos de Venezuela, a juntar las firmas para llamar a un referéndum revocatorio de su mandato. Luego, con la claridad que lo caracteriza y analizando el panorama post victoria del fascista Piñera en Chile, sentenció que “el imperio está en pleno contraataque. Se pretende eliminar a los gobiernos de izquierda para colocar a los lacayos del imperio yanqui. Tengo fé en los lideres verdaderos, hombres y mujeres revolucionarias. Venezuela es vanguardia del movimiento revolucionario y esa es la responsabilidad que tenemos”.

2) El grito escuálido no tardó en arribar frente a una decisión soberana de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (CONATEL) que se dio a conocer el mismo 23 de enero. Si bien ningún dirigente de la oposición contestó el reto del presidente para la convocatoria a un referéndum –única instancia a nivel mundial que permite la revocatoria popular de un jefe de Estado- el movimiento estudiantil de derecha que tiene como base de operaciones a la Universidad Central de Venezuela se levantó frente al supuesto cierre de RCTV (¿no era que ya había sucedido esto en 2007, tal como estosniños bien habían señalado al mundo?). El argumento del cierre es fácilmente desmontable, al igual que en 2007, cuando se decidió una no renovación de la licencia por parte del Ejecutivo frente a las abiertas pruebas de apoyo de esta señal al golpe de Estado de Abril de 2002. Lo que sucedió hace algunos días fue sencillamente una suspensión temporal de 6 canales de televisión: American Network, America TV, Momentum, RCTV, Ritmo Son y TV chile, quienes fueron suspendidas hasta cumplir con la legalidad vigente (por, entre otras cosas, no transmitir alocuciones oficiales -no solamente las cadenas-, no difundir el Himno Nacional, no anunciar el tipo de producción, los elementos de lenguaje, salud, sexo y violencia , difundir más de dos horas de telenovelas en horario supervisado, etc).

3) El problema de RCTV, sin embargo, es otro. Es su concepción ideológica y su alineamiento directo con aquellos sectores que fueron desplazados de los puestos de poder por la Revolución Bolivariana. De ahí que el canal de Marcel Granier se sienta gustoso de darle difusión a otro empresario, Noel Álvarez de Fedecamaras, quien no tiene tapujos de ningún tipo para reclamar una “solución militar” al problema llamado Hugo Chávez Frías. Este hecho, que sucedió el pasado 21 de enero, grafica las reales intenciones de estos sectores y el peligro que representan a nivel continental. Por ello, derrotados una y otra vez en la arena electoral, intentarán seguir montando estrategias de este tipo para tratar de arribar a otro “abril de 2002”.

4) Fue precisamente en aquel entonces cuando el aliado incondicional de RCTV, Human Rights Watch, publicó un comunicado que reconocía a las “autoridades de transición” y no consideraba como concluido al Estado de derecho. Es decir, toda una toma de posición al respecto, similar a la que tuvieron George Bush y José Maria Aznar. Tampoco asombra el posicionamiento de Human Rights Watch frente a la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión que data del año 2003. Allí, HRW compartió posición con una organización vinculada a la CIA llamada “Reporteros Sin Fronteras” para boicotear esa ley (que es precisamente la que ahora dispone la suspensión temporal de las 6 emisoras). No sorprende tampoco -ni mucho menos- los nexos que unen al encargado para América Latina de HRW, José Miguel Vivanco, con la Fundación Konrad Adenauer, conocida por un furioso anticomunismo y por hacer base de operaciones contra Cuba a nivel mundial (a tal punto que el propio Vivanco participó en actividades públicas con el veterano agente de la CIA Frank Calzón, director del gusano Cuban Freedom Center). Estos son los “buenos muchachos” que ahora nos pretenden vender el “cierre” de RCTV por parte del “totalitario y tirano” Chávez.

5) Resulta interesante concluir con una apreciación del momento político que se abre a raíz del inicio de la Campaña Admirable, al que se hacía referencia en el primer punto de este artículo. Con una oposición mediática-desarticulada, y que expone como punta de lanza a un movimiento universitario de “niños bien” (que hacen huelgas de hambre porque precisamente jamás tuvieron que pasar hambre), se abre un año político que tendrá su nirvana con las elecciones a la Asamblea Nacional de septiembre próximo. El desafío actual reside en desmantelar la batería de mentiras que se posan (y se posarán) sobre la Revolución Bolivariana a raíz de la guerra de cuarta generaciónque nos tratan de imponer desde Washington. Se trata de frenar el contraataque imperial con la radicalización de un proceso que es un faro a nivel continental, y que tiene en septiembre una difícil contienda. Esa es la tarea que nos tenemos que dar todos aquellos que luchamos a diario por ese otro mundo posible, donde no quepan los Vivanco ni los Granier. Esperemos que este articulo haya servido minimamente a ese fin.

31/01/2010

*Politólogo – UBA. Militante de la Juventud Rebelde 20 de Diciembre

Los EEUU advierten que enviarán a Guantánamo a quienes escapen de Haití por mar


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Las autoridades norteamericanas quieren imperdir que los haitianos salgan por mar del país, por lo que envían mensajes en "créole" desde helicópteros y les impiden abordar los portaviones

Crédito: AP

"No esperen encontrar a los EEUU con los brazos abiertos; los van a rechazar",es el mensaje que los militares de la Fuerza Aérea transmiten desde helicópteros en un intento por persuadir a los haitianos para que no salgan de la isla, por mar , rumbo al país norteamericano.

Las autoridades advierten que ningún haitiano será admitido si intenta entrar a los Estados Unidos de forma clandestina. Además, amenazan con capturarlos y enviarlos a la base naval de Guantánamo, Cuba, según informa el diario El Mundo.

Un comunicado del Departamento de Estado distribuido en Haití por las fuerzas militares norteamericanas notifica que "el gobierno de los Estados Unidos tiene la mayor de las intenciones de aplicar una política de línea dura, sin excepciones, para no admitir a ningún ciudadano haitiano que intente llegar a las costas de los Estados Unidos ilegalmente".

Pero más allá de eso, hay quienes en una tentativa desesperada por alejarse del lugar de la catástrofe intentan abordar las embarcaciones militares norteamericanas, que se encuentran en la bahía de Puerto Príncipe.

El periódico español citó a Carl Vison, un marino a bordo del USS, quien contó que el portaviones navega en círculos, a unos 6 kilómetros de la costa de día, pero que por las noches se aparta hasta 30 kilómetros, debido a las aproximaciones de varias embarcaciones de haitianos en los últimos días que intentaron abordarlo pidiendo comida o refugio.

Zelaya ve como "un buen gesto" promesa de Lobo de un salvoconducto

[medio refor resultó ser este Zelaya, ahora se conforma con cualquier cosa.]

por Telesur
Tegucigalpa, enero 20 - Luego de que el mandatario electo en los cuestionados comicios de Honduras, Porfirio Lobo, anunciara que al asumir el poder, el próximo 27 de enero, otorgaría a Manuel Zelaya un salvoconducto para viajar a República Dominicana, el presidente constitucional hondureño catalogó la acción como un buen gesto.

Zelaya indicó que el presidente dominicano, Leonel Fernández, le informó por vía telefónica sobre el acuerdo suscrito con Lobo, que le permitirá viajar al país y dijo que está esperando el documento firmado por ambos mandatarios.

"Para mi es un buen gesto de Porfirio Lobo, siento que lo hace para desmarcarse de la dictadura de Roberto Micheletti", quien asumió la presidencia de facto luego del golpe de Estado que derrocó al mandatario constitucional el pasado 28 de junio, indicó Zelaya desde la embajada de Brasil, donde permanece hace cuatro meses.

Según el Acuerdo para la Reconstrucción Nacional y el Fortalecimiento de la Democracia en Honduras firmado entre Lobo y el presidente dominicano, Leonel Fernández, Zelaya, su familia y los integrantes de su círculo más íntimo podrán viajar a la República Dominicana en calidad de huéspedes distinguidos.

El salvoconducto permitiría a Zelaya trasladarse el mismo 27 de enero a República Dominicana en compañía del presidente Fernández, luego que éste asista a la investidura de Lobo y, una vez en el país caribeño, tendrá la libertad de viajar a otra nación si así lo desea.

Tras la firma del salvoconducto, Zelaya y los demás beneficiados podrán ejercer "a plenitud el derecho ciudadano que les corresponde al disfrute de la libertad de tránsito" tal y como está consagrado en la Constitución de Honduras, según el pacto.

En la firma del acuerdo estuvieron presentes los ex candidatos a la Presidencia de Honduras Elvin Santos, del gobernante Partido Liberal; Felícito Ávila, de la Democracia Cristiana, así como Ricardo Álvarez, alcalde de Tegucigalpa y presidente del Partido Nacional, César Ham, ex aspirante presidencial de Unificación Democrática, (izquierda), y Mario Canahuate, ex candidato del Partido Nacional.

Previamente, el portavoz del presidente Zelaya, Rasel Tomé, había indicado que sería el mismo 27 de enero cuando el mandatario anunciaría su decisión de pedir asilo o no en el exterior.

"El presidente Zelaya anunciará su decisión el 27 de enero, hasta entonces informará si pedirá asilo o si se quedará en el país", subrayó Tomé la pasada semana, e indicó que el derrocado gobernante "no claudica en la defensa de sus derechos y los del pueblo hondureño".

Zelaya fue secuestrado de su hogar el 28 de junio de 2009 y enviado a Costa Rica. Ese mismo día fue sustituido por Roberto Micheletti, quien hasta esa fecha se desempeñaba como jefe del Parlamento hondureño.

El pasado 21 de septiembre, Zelaya logró ingresar a la capital hondureña y, desde entonces, permanece refugiado en la embajada de Brasil.

Haitianos califican de ocupación el desembarco de marines yankis

fuente: Granma

PUERTO PRÍNCIPE, 19 de enero.— Centenares de haitianos asistieron este martes, entre la resignación y la ira, al aterrizaje de varios helicópteros de tropas estadounidenses en el Palacio Presidencial haitiano, en un acto considerado por muchos como una pérdida de la soberanía, reportó AFP.

"No los he visto distribuyendo comida en el centro de la ciudad, donde la gente necesita urgentemente agua, alimentos y medicamentos. Esto se parece más a una ocupación", lanza Wilson Guillaume, estudiante haitiano de 25 años.

Al menos cuatro helicópteros trasladaron a un centenar de soldados estadounidenses de la 82 división aerotransportada hasta el interior del recinto, ante la mirada atónita de centenares de haitianos, que perdieron sus casas en el sismo y viven como refugiados en los jardines que rodean el Palacio.

Cuando las tropas de EE.UU. abandonaron el Palacio para custodiar el hospital general de Haití, desbordado por los heridos, a su paso muchos gritaban "váyanse a casa" y "no nos ocupen".

También una flota de embarcaciones anfibias llegó a las costas de Haití, de la que se espera desembarquen 800 marines en los próximos días para unirse a los más de 2 000 soldados que ya se encuentran sobre el terreno.

En tanto, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó hoy por unanimidad aumentar en 3 500 el número de militares y policías de las fuerzas internacionales en Haití, con objeto de reforzar la vigilancia en ese país antillano.

Mientras, miles de víctimas del terremoto están intentando colarse en autobuses para huir del hambre y la violencia en la destruida capital, con la esperanza de conseguir alimentos con mayor facilidad en el campo, reportó AP.

VICEPRESIDENTE BOLIVIANO CONDENA MILITARIZACIÓN

LA PAZ, 19 de enero.— El vicepresidente boliviano Álvaro García Liniera rechazó el control de las tropas de EE.UU. en el devastado país, "temo que Haití pueda convertirse en una base norteamericana", indicó.

García señaló en rueda de prensa que el pueblo haitiano necesita alimentos, recursos económicos, no militares con armas para hacer frente a la caótica situación tras el terremoto de la semana pasada.

"Nuestra exigencia es el retiro de las tropas norteamericanas que no hacen ningún trabajo de apoyo ni de salvamento", precisó. (AP)

Eduardo Galeano: los pecados de Haití























Los pecados de Haití

Por Eduardo Galeano

La democracia haitiana nació hace un ratito. En su breve tiempo de vida, esta criatura hambrienta y enferma no ha recibido más que bofetadas. Estaba recién nacida, en los días de fiesta de 1991, cuando fue asesinada por el cuartelazo del general Raoul Cedras. Tres años más tarde, resucitó. Después de haber puesto y sacado a tantos dictadores militares, Estados Unidos sacó y puso al presidente Jean-Bertrand Aristide, que había sido el primer gobernante electo por voto popular en toda la historia de Haití y que había tenido la loca ocurrencia de querer un país menos injusto.

El voto y el veto

Para borrar las huellas de la participación estadounidense en la dictadura carnicera del general Cedras, los infantes de marina se llevaron 160 mil páginas de los archivos secretos. Aristide regresó encadenado. Le dieron permiso para recuperar el gobierno, pero le prohibieron el poder. Su sucesor, René Préval, obtuvo casi el 90 por ciento de los votos, pero más poder que Préval tiene cualquier mandón de cuarta categoría del Fondo Monetario o del Banco Mundial, aunque el pueblo haitiano no lo haya elegido ni con un voto siquiera.

Más que el voto, puede el veto. Veto a las reformas: cada vez que Préval, o alguno de sus ministros, pide créditos internacionales para dar pan a los hambrientos, letras a los analfabetos o tierra a los campesinos, no recibe respuesta, o le contestan ordenándole: Recite la lección. Y como el gobierno haitiano no termina de aprender que hay que desmantelar los pocos servicios públicos que quedan, últimos pobres amparos para uno de los pueblos más desamparados del mundo, los profesores dan por perdido el examen.

La coartada demográfica


A fines del año pasado cuatro diputados alemanes visitaron Haití. No bien llegaron, la miseria del pueblo les golpeó los ojos. Entonces el embajador de Alemania les explicó, en Port-au-Prince, cuál es el problema: Este es un país superpoblado -dijo-. La mujer haitiana siempre quiere, y el hombre haitiano siempre puede.

Y se rió. Los diputados callaron. Esa noche, uno de ellos, Wilfried Wolf, consultó las cifras. Y comprobó que Haití es, con El Salvador, el país más superpoblado de las Américas, pero está tan superpoblado como Alemania: tiene casi la misma cantidad de habitantes por quilómetro cuadrado.

En sus días en Haití, el diputado Wolf no sólo fue golpeado por la miseria: también fue deslumbrado por la capacidad de belleza de los pintores populares. Y llegó a la conclusión de que Haití está superpoblado…. de artistas.

En realidad, la coartada demográfica es más o menos reciente. Hasta hace algunos años, las potencias occidentales hablaban más claro.

La tradición racista

Estados Unidos invadió Haití en 1915 y gobernó el país hasta 1934.. Se retiró cuando logró sus dos objetivos: cobrar las deudas del City Bank y derogar el artículo constitucional que prohibía vender plantaciones a los extranjeros. Entonces Robert Lansing, secretario de Estado, justificó la larga y feroz ocupación militar explicando que la raza negra es incapaz de gobernarse a sí misma, que tiene “una tendencia inherente a la vida salvaje y una incapacidad física de civilización”. Uno de los responsables de la invasión, William Philips, había incubado tiempo antes la sagaz idea: “Este es un pueblo inferior, incapaz de conservar la civilización que habían dejado los franceses”.

Haití había sido la perla de la corona, la colonia más rica de Francia: una gran plantación de azúcar, con mano de obra esclava. En El espíritu de las leyes, Montesquieu lo había explicado sin pelos en la lengua: “El azúcar sería demasiado caro si no trabajaran los esclavos en su producción. Dichos esclavos son negros desde los pies hasta la cabeza y tienen la nariz tan aplastada que es casi imposible tenerles lástima. Resulta impensable que Dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma, y sobre todo un alma buena, en un cuerpo enteramente negro”.

En cambio, Dios había puesto un látigo en la mano del mayoral. Los esclavos no se distinguían por su voluntad de trabajo. Los negros eran esclavos por naturaleza y vagos también por naturaleza, y la naturaleza, cómplice del orden social, era obra de Dios: el esclavo debía servir al amo y el amo debía castigar al esclavo, que no mostraba el menor entusiasmo a la hora de cumplir con el designio divino. Karl Von Linneo, contemporáneo de Montesquieu, había retratado al negro con precisión científica: “Vagabundo, perezoso, negligente, indolente y de costumbres disolutas”. Más generosamente, otro contemporáneo, David Hume, había comprobado que el negro “puede desarrollar ciertas habilidades humanas, como el loro que habla algunas palabras”.

La humillación imperdonable

En 1803 los negros de Haití propinaron tremenda paliza a las tropas de Napoleón Bonaparte, y Europa no perdonó jamás esta humillación infligida a la raza blanca. Haití fue el primer país libre de las Américas. Estados Unidos había conquistado antes su independencia, pero tenía medio millón de esclavos trabajando en las plantaciones de algodón y de tabaco. Jefferson, que era dueño de esclavos, decía que todos los hombres son iguales, pero también decía que los negros han sido, son y serán inferiores.

La bandera de los libres se alzó sobre las ruinas. La tierra haitiana había sido devastada por el monocultivo del azúcar y arrasada por las calamidades de la guerra contra Francia, y una tercera parte de la población había caído en el combate. Entonces empezó el bloqueo. La nación recién nacida fue condenada a la soledad. Nadie le compraba, nadie le vendía, nadie la reconocía.

El delito de la dignidad

Ni siquiera Simón Bolívar, que tan valiente supo ser, tuvo el coraje de firmar el reconocimiento diplomático del país negro. Bolívar había podido reiniciar su lucha por la independencia americana, cuando ya España lo había derrotado, gracias al apoyo de Haití. El gobierno haitiano le había entregado siete naves y muchas armas y soldados, con la única condición de que Bolívar liberara a los esclavos, una idea que al Libertador no se le había ocurrido. Bolívar cumplió con este compromiso, pero después de su victoria, cuando ya gobernaba la Gran Colombia, dio la espalda al país que lo había salvado. Y cuando convocó a las naciones americanas a la reunión de Panamá, no invitó a Haití pero invitó a Inglaterra.

Estados Unidos reconoció a Haití recién sesenta años después del fin de la guerra de independencia, mientras Etienne Serres, un genio francés de la anatomía, descubría en París que los negros son primitivos porque tienen poca distancia entre el ombligo y el pene. Para entonces, Haití ya estaba en manos de carniceras dictaduras militares, que destinaban los famélicos recursos del país al pago de la deuda francesa: Europa había impuesto a Haití la obligación de pagar a Francia una indemnización gigantesca, a modo de perdón por haber cometido el delito de la dignidad.

La historia del acoso contra Haití, que en nuestros días tiene dimensiones de tragedia, es también una historia del racismo en la civilización occidental.

Fuente: Brecha 556, Montevideo, 26 de julio de 1996
www.desdesantiago.wordpress.com/2010/01/14/los-pecados-de-haiti-de-eduardo-galeano

El peculiar ascenso de Brasil

Latinoamérica (V)


Claudio Katz
fuente: Rebelión

La relevancia geopolítica de Brasil aumenta, pero su liderazgo tiene un costo que suscita tensiones en las clases dominantes. Esta primacía exige el rearme, operativos subimperiales en Haití y exhibiciones de fuerza para asegurar el usufructo local de las riquezas del Amazonas. Las aspiraciones hegemónicas se asemejan a las ambiciones regionales de otras economías intermedias del planeta. Pero Brasil carece de arsenales atómicos y no tiene experiencia en funciones militares foráneas. Se encuentra, por ahora, al margen del selecto club de las potencias que definen rumbos a escala global. Igualmente, se ha despojado de cualquier resabio de su vieja condición semicolonial y negocia cuotas de poder con Estados Unidos, a partir de coincidencias económicas. Las opciones en juego son capitalistas y no favorecen a las clases oprimidas. Lula consolidó una estabilización burguesa basada en la desmovilización y la despolitización. Desenvuelve un esquema socioliberal dentro del espectro de la centroizquierda. La atención puesta en los planes sociales distingue este curso de las orientaciones derechistas. Pero esas coberturas enfrentan límites de financiación y demandas populares de trabajo genuino. A diferencia de Brasil, los múltiples conflictos que sacuden a la Argentina no se han atenuado. El país arrastra un intenso legado de rebeliones populares, ante dominadores y funcionarios que no logran cohesionar su acción. En Uruguay prevalece la misma desmovilización que en Brasil, pero el temor a un retorno de la derecha condujo a renovar el mandato de la centroizquierda. Es engañoso utilizar este calificativo para la concertación chilena, que se ha desgastado en la gestión de una herencia pinochetista de privatizaciones y librecomercio. De la decepción con el progresismo no emergen, en general, tendencias nítidas de sustitución.




Durante el último año quedó reafirmada la relevancia geopolítica de Brasil, que para muchos analistas ya constituye una potencia emergente. Esta influencia tiene incluso expresiones simbólicas, cómo la obtención de la sede para organizar el Mundial de Fútbol (2014) y los juegos olímpicos (2016) .

Existe un abismo entre la incidencia de Itamaraty y cualquier otro país latinoamericano en los conflictos regionales. Esta supremacía es ampliamente reconocida por su rival tradicional de Argentina. Las elites de este país aceptan un acompañamiento subordinado a las decisiones estratégicas que adopta Brasil [2] .

Pero ejercer ese liderazgo tiene un precio, que no están dispuestos a solventar todos los sectores de la clase dominante brasileña. Obliga a ciertas concesiones económicas en el corto plazo para asegurar la hegemonía posterior, que suscitan fuertes tensiones internas. Las controversias generadas por los precios de importación del gas boliviano y de la hidroelectricidad paraguaya son dos ejemplos recientes de esos conflictos.



VENTAJAS Y LÍMITES



Las elites brasileñas saben que el poderío militar es un ingrediente indispensable, para reforzar el liderazgo sudamericano. Por eso Lula suscribió un acuerdo de aprovisionamiento bélico con Francia y aumentó un 50% el presupuesto militar desde el 2003. De paso, clausuró cualquier investigación de los crímenes cometidos por las Fuerzas Armadas, durante las últimas dictaduras. También ha concretado grandes compras aviones para vigilar la frontera.

Pero lo más conflicto sería una eventual revisión del tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, firmado en los años 80 bajo presión norteamericana. Esta carta se mantiene en reserva y existe poca disposición del establishment a revertir esa decisión. Pero la discusión del tema permite negociar el ambicionado asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU, que las grandes potencias no le conceden a Brasil.

El país ya ha pasado su primera prueba de acción subimperial en Haití. Los militares brasileños comandan las fuerzas de ocupación (MINUSTAH), que mantienen el orden policial en la empobrecida isla. El costo de esta custodia supera toda la asistencia brindada y prometida a los haitianos, en infinitas conferencias internacionales.

En los últimos cinco años, las tropas han garantizado la continuidad de la opresión que sufren los habitantes de los barrios degradados, los obreros explotados de las maquiladoras y los campesinos que huyen hacia República Dominicana. En cambio, su labor no ha servido para evitar los centenares de muertos que dejaron los últimos huracanes. Los militares sólo cumplen funciones de intimidación de las protestas sociales, actuando como guardianes de un neoprotectorado.

Las clases dominantes del principal país sudamericano necesitan reforzar sus exhibiciones de fuerza, si quieren mantener bajo custodia las riquezas del Amazonas, en la mira de los marines afincados en Colombia. Las bases en ese país conspiran contra el proyecto brasileño de gestar un Consejo de Defensa bajo su mando, a través de UNASUR. Lula intentó recortar el alcance de las instalaciones norteamericanas, pero terminó aceptado el hecho consumado que impuso el Pentágono [3] .

En esta partida se juega quién manejará los cuantiosos recursos naturales que rodean a la mayor selva del planeta. El presidente actual dejó claramente establecidas sus prioridades en estas disputas, al entregar 67,4 millones de hectáreas del Amazonas a las latifundistas, que ocuparon predios en forma ilegal. En la distribución de las tierras usurpadas, los dominadores brasileños no quieren ninguna competencia extranjera.

Brasil aspira a ejercer una hegemonía regional, siguiendo el mismo sendero que recorren otras economías intermedias en ascenso. Pero carece de arsenales atómicos y de experiencia en funciones militares foráneas de gran alcance. Por eso mantiene una posición relegada, en comparación al papel que juegan Rusia o China. Algunos autores estiman que comparte esta diferencia con India y otros subrayan la semejanza con Sudáfrica. Al igual que estos dos casos, la creciente gravitación económica e incidencia geopolítica de un país, no alcanza para situarlo en el selecto club de potencias que definen el orden global [4] .

Es evidente que el perfil de Brasil dependerá de la relación que mantenga con Estados Unidos. La subordinación que predominó durante la mayor parte del siglo XX comenzó a modificarse con el desarrollo industrial de los años 60. Durante ese período se afianzó una diplomacia autónoma, más propia de país intermedio que de un socio auxiliar de la primera potencia. En los años 80 Brasil volvió a alinearse con Estados Unidos (y coqueteó con la aceptación del ALCA), pero desde el 2000 reafirmó su política de independencia desde la plataforma del MERCOSUR.

Este rumbo se consolidó en el último lustro, con la convalidación del desarrollo nuclear de Irán y la adopción de una actitud más equidistante frente a Israel. Brasil se ofrece como mediador en Medio Oriente y mantiene serias diferencias con las potencias centrales en la agenda ambiental. Pero sobre todo es evidente su intención de ocupar los espacios abiertos por la crisis de dominación estadounidense.

Este objetivo sólo conduce por el momento a una redistribución de roles, en la coordinación hegemónica con el poder norteamericano. Brasil mantiene un diálogo aparte con el gigante del norte e intenta realzar su papel de arbitro (y no de protagonista), en las zonas más calientes del planeta . No quiere remover los estrechos vínculos forjados con Estados Unidos durante la guerra fría.



NEGOCIACIÓN DEL LIDERAZO



A diferencia de otros BRICs, Brasil también ha compartido muchos cursos económicos globales con varios gobiernos norteamericanos. Como exportador de materias primas es un ferviente partidario del libre comercio y en las negociaciones de la OMC ha roto frecuentemente el bloque de los países emergentes, para buscar arreglos bilaterales con las economías avanzadas. Tiene una economía más transnacionalizada e integrada al circuito de las empresas globales que Rusia o la India. Además, desenvuelve los biocombustibles en la misma dirección que Estados Unidos y apuesta a compartir un liderazgo en esta área.

Algunos autores estiman que el país se encuentra ante la disyuntiva de profundizar su condición periférica (mediante la primarización exportadora y la subordinación a Estados Unidos), o transitar un camino de liderazgo regional propio (con políticas de prioridad industrial). Consideran que el primer camino transformará a Brasil en una periferia de lujo (cómo en otros tiempos fue Argentina), mientras que el segundo lo guiará hacia el sitial que logró Canadá [5] .

Esta visión parte del cuestionable supuesto, que cada clase dominante elige su inserción predilecta en el mercado mundial. No aclara por qué razón la mayoría termina optando por el sendero de los perdedores. Además, en la trayectoria histórica reivindicada aparecen ciertas contradicciones, ya que Canadá terminó ubicado en el lugar elogiado cómo abastecedor de materias primas y socio político incondicional de Estados Unidos. No siguió el rumbo propuesto de industrialización autónoma e independencia diplomática.

En la actualidad Brasil está muy lejos del pelotón de lideres mundiales, pero ya no mantiene ningún rasgo de su vieja condición altamente dependiente. Para formular un diagnóstico más acertado del lugar que ocupa en el escenario internacional es necesario registrar este hecho. L as categorías contemporáneas de semiperiferia y subimperialismo son muy útiles para avanzar hacia una caracterización correcta.

La discusión en boga sobre el futuro de Brasil gira en torno a opciones capitalistas, que definirán ventajas y desventajas para distintos grupos dominantes. No se dirimen mejoras para al conjunto de la nación, ni menos aún para sus clases oprimidas. Es importante reconocer este dato, para situar cualquier análisis en sus justos términos.

El programa socioliberal de Lula canaliza el curso burgués que ha predominado. Por esta razón bloquea conquistas sociales en las ciudades y reformas agrarias en el campo. Ha provocado la reversión de un largo proceso de organización obrera en torno al PT, facilitando la desmovilización y la despolitización de los movimientos populares. El principal instrumento de esta acción ha sido una red de clientelismo, montada en torno a los planes asistenciales.
La estabilización capitalista de Brasil se explica en gran medida, por su escasa participación en el ciclo de rebeliones que conmovió al resto del continente. El sistema político elástico que tiene el país volvió a absorber varios tipos de crisis, sin grandes rupturas. También quedó nuevamente neutralizada la resistencia popular, como ya ocurrió en las dos conmociones anteriores de mayor alcance (1984 y 1992). En esta oportunidad ha cumplido un papel decisivo la cooptación de la burocracia obrera y la manipulación conservadora de los sentimientos populares [6] .

DOS CURSOS DE CENTROIZQUIERDA



El perfil socio-liberal de Lula forma parte del espectro general de los gobiernos de centroizquierda. Estas administraciones se diferencian de la derecha por mantener una relación ambigua con Estados Unidos, mientras toleran conquistas democráticas y bloquean las mejoras populares [7] .

Los gobiernos de este tipo han sido favorecidos por el crecimiento económico del último quinquenio y pudieron absorber el cimbronazo de la crisis global. Atenuaron el impacto de esta eclosión con socorros a los empresarios y jerarquizaron el despliegue asistencial, para contrarrestar las resistencias populares.

La atención puesta en los planes sociales distingue a estas administraciones de sus pares derechistas y les ha permitido preservar cierta estabilidad política, sin modificar las desigualdades sociales. Si se reabre la crisis global será muy difícil continuar con esta política de contención. El asistencialismo se ha financiado con la tajada obtenida por los estados de la apreciación que tuvieron las materias primas.

La red de coberturas contribuyó a introducir un colchón en las tensiones sociales y facilitó la dominación de los acaudalados, sin recurrir al uso sistemático de la violencia que caracteriza a la derecha. Pero estos auxilios no sólo chocan con límites de financiamiento. También afrontan la insatisfacción de los sujetos sociales, que demandan trabajo bien remunerado y no dádivas del estado.

Por otra parte, los principales gobiernos de centroizquierda han cumplido una función clave en la contención política de Venezuela, Bolivia y Ecuador. Muchos analistas omiten este papel, al evaluar positivamente la acción de esas administraciones frente a la contraofensiva imperial. En los hechos, la capacidad para detener esta embestida ha sido muy reducida. Colombia reafirmó la instalación de las bases norteamericanas y el golpismo se recicló en Honduras, sin prestar mucha atención al disgusto de los presidentes progresistas

Esta franja de mandatarios cumplió una función mediadora en Centroamérica para obstruir la resistencia popular. Ejercieron una influencia permanente sobre Zelaya, buscando moderar sus reacciones y lo indujeron a aceptar las negociaciones manejadas por Hillary Clinton, Arias y la OEA. Este camino disuadió la estrategia de confrontación que promovían los movimientos sociales hondureños.

Los gobiernos de centroizquierda comparten estrategias internas semejantes y una alineación diplomática convergente, pero enfrentan situaciones nacionales muy diferentes. Especialmente llamativo es el contraste de la experiencia brasileña y argentina. Mientras que Lula logró consolidar su orientación socioliberal, los Kirchner han enfrentado un sobresalto tras otro. Esta asimetría obedece a marcadas diferencias en el nivel de la acción popular.

El legado de la rebelión popular del 2001 ha obligado a gobernar en Argentina con un ojo siempre puesto en la reacción de los oprimidos. Esta tensión acentúa la falta de cohesión histórica de las clases dominantes y la escasa gravitación estabilizadora de los funcionarios públicos. A pesar de la reconstitución de la autoridad estatal y del sostenido crecimiento económico, los Kirchner no han podido mantener la aprobación que lograron en el período 2003-2007. Se desgastaron en una confrontación con la derecha, que capturó a la clase media y rechazaron toda aproximación con los movimientos sociales.

En un país dónde la vida política se dirime en las calles, no se vislumbra aún quién ha quedado mejor parado. Al concluir el 2009 la derecha perdió capacidad de convocatoria y el gobierno demostró que tiene reservas para recuperar la iniciativa y fijar la agenda política. Pero se apoya en las arcaicas estructuras del Justicialismo y la burocracia sindical y no restablece la sintonía inicial que tuvo con los principales grupos capitalistas. Tampoco resucita la simpatía popular, en un momento de fuerte reaparición de los sindicatos y los movimientos sociales independientes.



LOS SINSABORES DEL PROGRESISMO



El gobierno centroizquierdista de Uruguay ha exhibido más parecidos con su colega brasileño, que con sus vecinos del Río de la Plata. Indujo la misma desmovilización que propicio Lula, adelantando pagos al FMI, autorizando la depredación forestal, permitiendo la contaminación de empresas forestales y el avance foráneo en el monocultivo de la soja. También generó frustraciones en el plano democrático, mediante el veto a la despenalización del aborto y la falta de compromiso del Frente Amplio con la campaña para anular la ley amnistía a los represores de la dictadura.

Pero es cierto también que en los últimos años se obtuvieron algunos logros parciales en materia de empleo, recuperación salarial y atenuación de la pobreza. Estas mejoras fueron suficientes para resucitar una reacción popular, frente a la tenebrosa perspectiva de una victoria electoral derechista. En esta resistencia se ha sustentado la renovación del mandato centroizquierdista [8] .

El nuevo presidente Mugica sustituye la vieja cultura institucionalista de la clase media por una retórica plebeya, que sintoniza con el empobrecimiento del país. Probablemente este cambio generó la identificación afectiva que facilitó la recuperación electoral del Frente Amplio. Lo que no ha cambiado es la emigración y el envejecimiento, que rodea a una sociedad estancada por la continuidad de un modelo que primariza y recicla la pobreza.

Esta regresión ha sido ignorada por todas las congratulaciones que expresó el establishment sudamericano con la “cultura cívica”, la “continuidad institucional” y la “opinión pública independiente” de Uruguay. Estos elogios sólo ilustran la sensación de satisfacción que exhiben los dominadores con la continuidad de un status quo, que perpetúa los privilegios de una minoría y los padecimientos de la mayoría [9] .

Resulta finalmente engañoso utilizar el calificativo de centroizquierda, para el gobierno de la concertación chilena. El apelativo sólo distingue en este caso, a la administración de las últimas dos décadas de sus adversarios explícitamente alineados con el legado pinochetista. Sin embargo, en los hechos la política seguida por Bachelet tiene muchos puntos de contacto con el neoliberalismo conservador.

Administró una herencia de la dictadura, que incluye la preservación de la Constitución de 1980 y un sistema electoral binominal, destinado a bloquear la representación proporcional. También mantuvo el librecomercio, la mercantilización de la educación y la privatización de las jubilaciones. Esta política ha conducido a situar al país, en el podio de los 15 naciones con peor distribución del ingreso del planeta [10] .

En la primera vuelta de las recientes elecciones se registró un importante avance de la derecha, que por primera vez en vez en 20 años ha quedado muy cerca de la presidencia. Su candidato es un empresario encumbrado por el marketing electoral. Este ascenso se apoya, a su vez, en una clase media conservadora forjada durante el pinochetismo, que le ha marcado el paso a todos los gobiernos de la concertación.

Esta coalición se ha desgastado y sufrió una implosión de varias fracciones, que intuyen la necesidad de renovar el libreto. Pero también crece la insatisfacción por abajo, la resistencia social de docentes, estudiantes secundarios, mineros y mapuches, en un marco de cierta recomposición de la izquierda [11] .

De conjunto las administraciones de centroizquierda han defraudado las expectativas que acompañaron su aparición. No concretaron las reformas sociales prometidas y actuaron al servicio de las clases dominantes. Pero esta frustración no se traduce en resultados uniformes de renacimiento de la derecha o consolidación de alternativas de izquierda. Hasta ahora predominan resultados muy variados, que no definen una tendencia general.

Cuando los ministros de Haití se llevan el 50% del dinero para ayuda se llama "corrupción". Cuando las ONG se llevan el 50% se llama "gastos generales

Fuente: Rebelión.org
Aplastando a Haití, ahora igual que siempre

Patrick Cockburn
Counterpunch

Traducido para Rebelión por LB.


El esfuerzo de ayuda para Haití emprendido por los USA está empezando a parecerse peligrosamente a la criminalmente lenta y desorganizada ayuda del gobierno usamericano a la ciudad de Nueva Orleans cuando fue devastada por el huracán Katrina en 2005. Hace cuatro años el presidente Bush se hizo célebre por el mutismo y desapego que mantuvo cuando se rompieron los diques en Louisiana. A manera de contraste, pocas horas después del terremoto de Haití el presidente Obama prometió hacer todo lo posible para ayudar a los supervivientes del desastre.
La retórica de Washington ha sido muy diferente en el caso de esas dos catástrofes, pero el resultado puede ser el mismo. En ambos casos, muy poca ayuda llegó en el momento en que más se necesitaba y, en el caso de Puerto Príncipe, cuando las personas atrapadas bajo los edificios derrumbados todavía estaban vivas. Cuando lleguen los equipos de rescate extranjeros con equipo pesado ya será demasiado tarde. No es de extrañar que haitianos enfurecidos estén levantando barricadas con rocas y cadáveres.

En Nueva Orleans y Puerto Príncipe existe idéntico terror oficial al saqueo por parte de la población local, por lo que la primera ayuda en llegar ha sido la de tropas armadas. Actualmente hay 3.500 soldados, 2.200 marines y 300 sanitarios rumbo a Haití.

Por supuesto que habrá saqueos porque, con las tiendas cerradas o aplanadas por el terremoto, esa es la única manera que tiene la gente para conseguir alimentos y agua. Haití es uno de los países más pobres del mundo. Yo estaba en Puerto Príncipe en 1994, la última vez que las tropas de USA desembarcaron allí, cuando la población local destrozó sistemáticamente las comisarías de policía, llevándose la madera, las cañerías e incluso extrayendo los clavos de las paredes. En la comisaría de policía en la que me encontraba resonaron de pronto gritos de alarma de la gente que estaba saqueando la planta superior porque descubrieron que no podían volver a bajar: habían cortado y robado entera la escalera de madera.

Siempre me han gustado los haitianos por su coraje, su resistencia, su dignidad y originalidad. A menudo se las arreglan para evitar la desesperación frente a los desastres más devastadores o frente a la falta de toda perspectiva de que su vida vaya a mejorar. Su cultura, en particular su pintura y su música, son de las más interesantes y vibrantes del mundo.

Es triste escuchar a los periodistas que se han abalanzado a Haití tras el terremoto dar unas explicaciones tan mistificadoras e incluso racistas sobre la razón por la que los haitianos son tan pobres, viven en aldeas de chabolas con servicios sanitarios mínimos, escaso abastecimiento eléctrico, insuficiente agua potable y carreteras que son como lechos de ríos.

Tal cosa no sucedió por accidente. En el siglo XIX fue como si las potencias coloniales jamás perdonaran a los haitianos haber organizado una exitosa rebelión de esclavos contra los franceses propietarios de las plantaciones. Los marines usamericanos ocuparon el país desde 1915 hasta 1934. Entre 1957 y 1986 los USA apoyaron a Papa Doc y a Baby Doc, y temieron que pudieran ser sustituidos por un régimen favorable a la vecina Cuba revolucionaria.

El Presidente Jean-Bertrand Aristide, un carismático sacerdote populista, fue derrocado en 1991 por un golpe militar y restaurado en 1994 con la ayuda de USA. Pero los estadounidenses siempre recelaron de cualquier signo de radicalismo de este vocero de los pobres y los marginados y lo mantuvieron atado en corto. Tolerado por el Presidente Clinton, Aristide fue tratado como un paria por la administración Bush, que lo hostigó sistemáticamente a lo largo de tres años que culminaron con una rebelión exitosa en 2004 dirigida por gángsters locales que actuaban en nombre de una elite haitiana cleptocrática apoyada por los miembros del ala derecha de la Partido Republicano en USA.

Tantas críticas al presidente Bush se han centrado en sus guerras en Afganistán e Irak que nunca sus acciones igualmente culpables en Haití suscitaron condenas. Pero si Haití es hoy un Estado fallido gobernado en parte por la ONU -en la medida en que está gobernado por alguien-, las acciones estadounidenses de los últimos años tienen mucho que ver con ello.

Los haitianos están pagando ahora el precio de esta débil y corrupta estructura de gobierno porque no hay nadie para coordinar los esfuerzos más elementales de auxilio y rescate. Su debilidad se ve agravada porque la ayuda se ha canalizado a través de ONG extranjeras. Una justificación es que de esa forma es probable que se robe menos dinero, aunque ello no garantice que gran parte de ese dinero llegará a los pobres de Haití. Un chiste amargo de Haití dice que cuando un ministro de Haití se lleva el 15% del dinero de la ayuda se llama "corrupción", y cuando una ONG o una agencia de ayuda se lleva el 50% se llama "gastos generales".

Muchos de los programas gubernamentales de ayuda y de las ONG más pequeñas están dirigidos por personas capaces, enérgicas y desinteresadas, pero otros, a menudo los más grandes, son poco más que tinglados altamente rentables para quienes los dirigen. En Kabul y Bagdad es sorprendente lo poco que han conseguido los costosos esfuerzos de las agencias de ayuda de USA. "El despilfarro de la ayuda está por las nubes", dijo un ex director del Banco Mundial en Afganistán. "Se está produciendo un saqueo en toda regla, en su mayoría por parte de empresas privadas. Es un escándalo". Consultores extranjeros en Kabul cobran frecuentemente entre 250.000 y 500.000 dólares al año en un país donde el 43% de la población sobrevive con menos de un dólar diario.

Todo esto no augura nada bueno para los haitianos que esperan ayuda a corto plazo o una vida mejor a largo plazo. La única manera de que esto realmente suceda es consiguiendo que los haitianos tengan un Estado legítimo que funcione y satisfaga las necesidades de su pueblo. El ejército usamericano, la burocracia de la ONU o las ONG extranjeras nunca van a hacer eso ni en Haití ni en ningún otro lugar.

No hay nada de nuevo en esto. Los estadounidenses se preguntan con frecuencia por qué su ocupación de Alemania y Japón en 1945 tuvo tanto éxito mientras que medio siglo después, en Iraq y Afganistán, ha sido tan desastrosa. La respuesta es que no fueron los USA sino las eficiente maquinaria de los Estados alemán y japonés las que recompusieron sus países. Allí donde esa máquina era débil, como en Italia, la ocupación de los USA se apoyó, con resultados desastrosos, en las elites locales corruptas e incompetentes, como están sucediendo ahora en día en Iraq, Afganistán y Haití.


Fuente: http://www.counterpunch.org/patrick01152010.html

Investigar la deuda, enfrentar a la derecha


Frente a la crisis política actual




Otro conflicto de imprevisibles consecuencias ha estallado entre el gobierno y la oposición de derecha.

La iniciativa gubernamental de constituir un fondo especial con una porción de las reservas para garantizar el pago de la deuda externa desató este conflicto. La derecha rechaza este fondo y exige hacer frente a los pagos con las partidas del presupuesto sin tocar las reservas. La diferencia entre ambos bandos son los mecanismos para cumplir con las exigencias de los acreedores.

Pero bajo esta discusión subyace una coincidencia plena: pagar una deuda fraudulenta que ya ha sido pagada varias veces. Este acuerdo ya se manifestó cuando hace pocos meses los legisladores del gobierno y la oposición votaron por unanimidad la derogación de la “ley cerrojo”, que bloqueaba la reapertura del canje con los bonistas que quedaron afuera de ese arreglo. Ninguno de ellos se indignó en ese momento con la “violación de la seguridad jurídica” implícita en la anulación de una disposición que se presentó varias veces como inmodificable.

Unos y otros aceptaron concretar este nuevo ofrecimiento de canje sin reparar que aumenta la deuda (en 7000 millones de dólares) y que incrementará el pago de interés (en 500 millones). La operación incluye, además, elevados pagos de comisión a los bancos intermediarios (Citi, Barclays, Deustche), que además han hecho un gran negocio con la suba del precio de los bonos.

La derecha y el gobierno se enfrentan ahora por la modalidad de pago de una deuda que absorbe el dinero requerido para incrementar los salarios, mejorar las jubilaciones, poner fin al deterioro de los hospitales públicos, asegurar el inicio de clases satisfaciendo las demandas de los docentes u otorgar los fondos que exigen los desocupados que cortan las rutas.

Durante casi tres décadas los legisladores de ambas bancadas han cajoneado todas las investigaciones de este desfalco. Incluso miraron para otro lado cuando la investigación de Olmos y el fallo del juez Ballesteros declaro la inconstitucionalidad de la deuda. A través de las sucesivas renegociaciones y canjes de títulos buscaron borrar las huellas para sepultar el origen de ese negociado. De estas operaciones participaron todos los ex funcionarios del Banco Central, que actualmente protagonizan el debate y estimulan el conflicto, sea a favor de la oposición o del gobierno (González Fraga, Prat Gay, Blejer, Redrado) y que anteriormente sirvieron fielmente a los gobiernos de Menem, la Alianza, Duhalde y los Kirchner. Todos instrumentaron variantes de la misma política de pago de la fraudulenta deuda.

Hay en todo este conflicto una gran hipocresía.

Hipocresía derechista: ajuste con argumentos republicanos

El titular del Banco Central, Martín Redrado, atizó el conflicto al negarse a concretar el Fondo del Bicentenario por 6.569 millones de dólares. Su argumento principal: “cuidar las reservas que son de los argentinos y no del gobierno”, y ha logrado concitar el apoyo incondicional de todo el arco opositor y de los políticos y funcionarios que dilapidaron varias veces esas reservas durante administraciones anteriores.

La derecha considera inadmisible utilizar esos recursos para el pago de la deuda, pero no objetaron el mismo uso para abonarle por adelantado al FMI en el 2005. En ese momento el gobierno canceló toda la deuda con ese organismo, con el mismo mecanismo de decretos de necesidad y urgencia (DNU) y por un monto muy superior, 9.900 millones de dólares ( un 50% más que ahora). Tampoco objetaron el DNU del 2008 que habilitaba el pago, nunca concretado hasta ahora, al Club de París. A muchos cínicos les cuesta explicar porqué hoy rechazan lo que ellos mismos aprobaran una y otra vez.

El segundo argumento es mucho más siniestro: “la autonomía del Banco Central”. Afirman que el gobierno ha violado la Carta Orgánica de “una entidad independiente”, que no está “sujeta al despotismo del Ejecutivo”. Lo que en realidad defienden es el manejo de esa entidad por los banqueros. Postulan que el Banco Central sea autónomo para que los financistas mantengan un control indisputado del mismo. Como sabemos la principal función de esa falaz independencia ha sido justamente asegurar que las reservas internacionales operen como garantía de pago a los acreedores externos. Con esa finalidad los neoliberales introdujeron desde los años ‘70 atribuciones que convierten al BCRA en una institución con poderes y facultades superiores a cualquier otro organismo del Estado.

Las tonterías que pusieron a circular en estos días para justificar esta suerte de virreinato vuelven a la primera plana, nuevamente se reclama que el Banco Central “debe cuidar la moneda” y “proteger el dinero del país” por medio de un grupo de “expertos ajenos a las presiones políticas”. Estos mitos simplemente ocultan que los encargados de cumplir una misión tan noble son el puñado de banqueros que maneja la deuda pública, los mismos que provocaron el colapso y las confiscaciones que sufrió Argentina.

La oposición de derecha simplemente promueve volver a los viejos ajustes de los años ‘90. Como hay un evidente deterioro de la solvencia fiscal ahora buscan recortar el gasto social. Por supuesto que no lo enuncian en estos términos, pero es la misma cantinela que han usado una y otra vez para imponer políticas de austeridad. Su verdadero propósito es volver al FMI y sortear así la crisis fiscal, sometiéndose a los controles y auditorias del organismo internacional.

Hipocresía progresista: desendeudarse para volver a la deuda

Las justificaciones del gobierno para pagar la deuda con reservas son simétricas a las de la oposición de derecha. Afirman que utilizando estos recursos “se liberan fondos excedentes para mantener el gasto productivo y social”. Pero si la intención es utilizar esas partidas presupuestarias que quedarían liberadas es porque ya han definido que la primera prioridad es el giro de fondos a los acreedores. Se da por sentado la legitimidad del pago y la sacralización de su prioridad frente a cualquier otro objetivo económico, luego se considera lógico destinar el sobrante al gasto interno.

Con este razonamiento, que naturaliza el reembolso de un desfalco como dato inamovible, los funcionarios repiten los mensajes de la ortodoxia neoliberal que tanto objetan desde la tribuna. Afirman que “pagar con reservas permite enviar mensajes de seriedad y solvencia a los acreedores” y retoman así los viejos códigos de los ‘90 con posturas que convocan a “hacer los deberes” y “seducir a los financistas del exterior”. Los economistas oficiales utilizan todos los argumentos corrientes del mercado para justificar el uso de las reservas. Hablan de lograr un “retorno al mercado privado de crédito”, olvidando todos los cuestionamientos a ese endeudamiento y explican cómo se “abaratan las tasas”, sin explicar cuál es el beneficio para el país de refinanciar el pago de un pasivo que ya ha sido reembolsado varias veces. Esta actitud demuestra cuánta hipocresía subyace en las disputas verbales con la oposición.

A los hombres del gobierno les toca ahora el rol de objetores de la independencia del Banco Central. No explican porqué sostuvieron durante tantos años esa autonomía, bloqueando incluso los tres proyectos de reforma del sistema financiero que recortaban ese atributo. Ahora remarcan que “el Banco Central debe ajustarse a la política económica”, pero sin aclarar que el centro de esa orientación es la recomposición de las relaciones con el capital financiero.

Por esta razón, la principal asociación de los banqueros del país (ADEBA) tomó partido rápidamente a favor del Ejecutivo en su conflicto con Redrado, y el principal candidato a remplazarlo es nada menos que Mario Blejer, otra gran figura de los ‘90 y la ortodoxia neoliberal, que acredita en su haber dos décadas de trabajo en la crema de las finanzas internacionales. Que esta política se desenvuelva creando un Fondo denominado “Bicentenario” ilustra hasta dónde ha llegado el doble discurso oficial. Un emblema de la independencia nacional es utilizado para recomponer las relaciones con los acreedores foráneos.

Toda la lógica de utilizar reservas para el pago de la deuda está inspirada en el inicio de un nuevo ciclo de endeudamiento. La deuda pública situada en 128.000 millones de dólares luego del canje se incrementó a 145.700 millones en la actualidad. Los vencimientos de los servicios de la deuda (capital e intereses) de los próximos años son muy condicionantes por lo que el gobierno busca sortearlos con prórrogas y canjes. Por esta razón la política de desendeudamiento ya quedó en el pasado y ahora se discute cómo volver a tomar deuda.

A los banqueros les interesa prestar y cobrar. Por eso tratan de atenuar el conflicto actual, promoviendo algún arreglo “para que los mercados no se inquieten”, quieren el menor ruido posible para que los negocios funcionen.

Ofensiva política de la reacción conservadora

Aunque las clases dominantes quieren tranquilidad la crisis en curso puede descontrolarse e incentivar hasta la ingobernabilidad las disputas entre el Ejecutivo y el Legislativo, con el poder Judicial tironeado entre los dos poderes. El trasfondo de la disputa actual es básicamente política, no hay divergencias importantes en la gestión financiera y tampoco choques irreductibles en lo económico. Lo que convierte cualquier episodio menor en un gran descalabro es la gran tensión política que separa gobierno y oposición desde el conflicto del campo.

En esta disputa hay un claro objetivo de la derecha; avanzar sobre medidas de los últimos años que incluyen algún logro social o avance democrático. Busca una reversión reaccionaria especialmente en cuatro áreas: la ley de medios, la nacionalización de las AFJP, los juicios contra genocidas de la dictadura y la política de relaciones con los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia.

La reacción conservadora abomina de estos tibios cambios y busca sepultarlos. En esta campaña es activamente acompañada por los grandes medios de comunicación que pretenden perpetuar su impunidad para manipular la información y por toda la elite conservadora que ve la oportunidad para enterrar con represión el legado de protestas sociales que dejó la rebelión del 2001.

Esta acción sintoniza con la contraofensiva imperial que en la región se expresa en el golpe en Honduras y la instalación de nuevas bases en Colombia, la ofensiva contra Lugo en Paraguay y el avance neopinochetista en Chile, y las siempre renovadas presiones sobre Bolivia, Venezuela y Cuba.

Como en el resto del continente la derecha disfraza aquí sus objetivos con campañas institucionalistas y se presentan como custodios de la legalidad. Por el momento sólo busca el desgaste del gobierno para que llegue rengueando a los comicios, mientras disputan entre ellos quién asumirá el liderazgo del sector. Pero la crisis puede desmadrarse y aunque el reiterado tanteo de un juicio político a la Presidente es por ahora sólo conspirativo, tampoco es una pura fantasía. Si en algún momento desconocen abiertamente alguna medida del gobierno con llamados a cacerolazos la tentativa puede hacerse realidad.

Mientras tanto el gobierno sigue a los tumbos, respondiendo con la misma ceguera que exhibe desde el año pasado. A pesar de la reconstitución de la autoridad estatal, del sostenido crecimiento económico y las buenas previsiones macroeconómicas para el 2010, el kirchnerismo no ha podido mantener el consenso social que logró en el período 2003-2007. Se desgastó al confrontar con la derecha desde las arcaicas estructuras del Justicialismo y con el apoyo de la desprestigiada burocracia sindical cegetista.

No sólo rehuye cualquier sostén popular genuino y encubre a las patotas. Sostiene también a los barones del conurbano e impone una reforma política proscriptiva hacia la izquierda. Hostiliza además a los movimientos sociales (cooperativas sin punteros), se niega a conceder la libertad sindical (subtes-CTA) e incluso ha reprimido las luchas más consecuentes de los trabajadores (Kraft-Terrabussi).

No es posible a priori conocer cómo concluirá el conflicto pero muchos hablan ya de una resolución 126. Hacen referencia así a la ineludible comparación con la confrontación con el campo. Sin embargo es necesario marcar algunas diferencias entre aquella crisis y la actual.

En el plano económico, las retenciones expresaban la captura por el Estado de renta extraordinaria y tenían un carácter indiscutiblemente positivo y progresivo, más allá de su utilización y alcance. Ahora no se discute nada progresivo, sino la forma y el origen de los recursos para pagar la deuda.

En el plano político hay similitudes con la conformación de un bloque opositor con liderazgo de la derecha, pero en el plano social hay una gran incógnita: ¿Podrá la oposición de derecha incentivar nuevamente una movilización conservadora de la clase media? En los últimos meses no han podido reproducirlo y si no recuperan las calles seguramente perderán la pulseada.

Otro camino para superar la crisis

Para quiénes no ubicamos en el arco genuinamente progresista y de izquierda la experiencia de lo ocurrido durante del conflicto con el campo es decisiva para no volver a repetir en esta coyuntura los errores de un emblocamiento con la derecha. Esa política es francamente suicida. Si se repite sepultará a todas las corrientes que aspiran a lograr la superación del kirchnerismo por izquierda, como contrapartida dejará abierta una involución a derecha, por el desprestigio del gobierno actual.

Por el contrario se trata de sacar la discusión del círculo vicioso e interesado en que la han colocado. De señalar otro camino para superar progresivamente esta crisis, que ya varias corrientes políticas y personalidades han planteado, a nuestro entender en forma acertada: Organizar una campaña para colocar el debate de la deuda y el sistema financiero en el centro de la agenda.

Pero esta campaña perdería todo sentido si se acepta la distorsión que imponen los medios de comunicación o si se hace causa común con la derecha en las críticas al gobierno. No sólo importa lo que se dice, sino también cómo y dónde se lo enuncia. La mayoría popular ha quedado convertida en una audiencia que recepta mensajes televisivos y es nefasto que la izquierda aparezca formando parte de una indiscriminada oposición, se pierden los matices, que no son menores, y se hace el juego a la reacción conservadora.

La derecha debe ser objeto de nuestra crítica en cualquier intervención, para que no queden dudas sobre dónde está ubicada la izquierda. Por esta razón es otro error presentar denuncias penales contra el gobierno en pleno clima de judicialización derechista del conflicto, nadie percibe los pormenores diferenciados de esa denuncia en este clima. Mucho peor es repetir directamente los argumentos de los reaccionarios sobre la institucionalidad o la autonomía del Banco Central. Hay que poner el centro en el cuestionamiento de la deuda, pero no hacer comparsa a los reaccionarios. Es totalmente absurdo discutir la cuestión de las reservas como un tema técnico-financiero con abstracción del clima que ha creado la oposición. La batalla contra la derecha no requiere necesariamente de apoyo o consideración hacia el gobierno.

Para la izquierda lo esencial es actuar en forma independiente con una política propia, que es vital para romper con la trampa de reyertas que protagonizan la oposición con el gobierno y que impiden madurar un planteo alternativo.

En este sentido:

Es un verdadero despropósito que mientras se habla de custodiar las reservas se mantengan intactos todos los mecanismos que periódicamente facilitan la fuga de capitales (40.000 millones de dólares desde el inicio de la crisis internacional): elControl de Cambios es la única medida efectiva que puede contener este drenaje de riqueza, solo producida por los trabajadores y de la que otros se apropian y fugan.

Carece de sentido discutir acerca de las atribuciones del Banco Central si no se lo hace en el marco de la discusión de unaReforma Financiera Integral, que apunte a forjar un sistema financiero asentado en la control estatal de los depósitos y plenamente nacionalizado.

Poner la Deuda a Debate requiere la suspensión inmediata de las negociaciones con los bonistas que no ingresaron al canje y con el Club de París.

Resulta indispensable poner en marcha inmediatamente la Auditoría Ciudadana de la Deuda. Es una salida política a la crisis actual, es la forma de retomar la investigación ya realizada de los fraudes y someter todas las operaciones posteriores a una rigurosa verificación de su legalidad y legitimidad. En los casos que correspondan estas medidas deben ser acompañadas por la suspensión de pagos.

Desarmar los perversos mecanismos de la deuda externa es también parte esencial del combate contra la derecha. Para nosotros la disyuntiva vuelve a ser: los acreedores o los trabajadores y el pueblo. Y en esto no puede haber dudas.

Claudio Katz, Jorge Marchini, Eduardo Lucita. son integrantes del colectivo EDI-Economistas de Izquierda

Denuncia del Alba (diario Tiempo)

La participación de Honduras en la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) podrá ser denunciada por parte del Ejecutivo de facto, para lo cual el congreso nacional ha dado su autorización, de igual manera que aprobó la inclusión de nuestro país en la ALBA en el gobierno constitucional derrocado.

Esta decisión del Legislativo, efectuada prácticamente sin cumplir los tres debates reglamentarios, fue rechazada por los diputados liberales que se opusieron al golpe de Estado del 28 de junio/09 perpetrado con la destitución ilegal del presidente Zelaya Rosales, lo mismo que por los diputados de Unificación Democrática y del Pinu-SD.

Una vez publicado el decreto del congreso nacional en el diario oficial La Gaceta, la secretaría de Relaciones Exteriores de facto, por orden del jefe de Estado de facto Micheletti, haría la denuncia ante la Presidencia de la ALBA, cuyo titular es el presidente de Venezuela, la que surtiría efecto al ser conocida por la asamblea de la organización bolivariana.

Por lo que podemos apreciar en torno a este asunto, se pone en evidencia la ignorancia del régimen de facto —incluyendo a los diputados del golpe—, cuya actuación es del todo visceral y consecuencia de su aberración ideológica. Nuestra participación en la ALBA en ningún momento ha implicado compromisos de naturaleza militar ni de seguridad, como tampoco menoscabo de la soberanía e integridad política del Estado de Honduras.

En contraste, la finalidad y los resultados prácticos de la adhesión de Honduras a la ALBA son todos, sin excepción, para beneficio de la población hondureña, especialmente de la gente pobre, mediante la financiación ciertamente gratuita de programas educativos, de salud, de vivienda y para el desarrollo agropecuario, que significan inversiones de cientos de millones de dólares.

Como ejemplo de la ignorancia en el Legislativo, está la declaración del vicepresidente Ramón Velásquez Nazar cuando concluye: “La denuncia de ese tratado sólo lo podía hacer Venezuela y no Honduras, y ese país rompió relaciones con Honduras. De hecho, ese convenio está denunciado”.

En primer lugar, el vicepresidente del congreso nacional, Velásquez Nazar, no sabe que la adhesión de Honduras a la ALBA no es un “tratado” sino una Declaración Conjunta, en la que no hay —ni puede haber— acuerdo comercial, en el caso de la ALBA. No es cierto, asimismo, que Venezuela ha roto relaciones diplomáticas con Honduras, ni viceversa.

Es falso, además, que “la denuncia de ese tratado sólo lo podía hacer Venezuela y no Honduras”, sencillamente porque tal modalidad chocaría con el principio de la igualdad de los Estados entre sí. Y es mentira, por lo tanto, que Venezuela, “de hecho”, ha denunciado ese convenio. Estas explicaciones son importantes para que los hondureños estemos conscientes de la forma en que se cuecen las habas en el congreso nacional, en régimen de facto.

Queda en el aire, como se dice, lo que ha sucedido con la donación de los tractores para apoyar el desarrollo agropecuario con la participación campesina, los 100 millones de dólares donados para el Fondo de Vivienda Popular, los 100 millones de dólares para el financiamiento de BANADESA, la Operación Milagro para devolverles la vista a miles de ciegos, los programas educativos (Yo Sí Puedo), etcétera.

¿Devolverá el gobierno de facto ese dinero? ¿Ya consiguió Micheletti y su gobierno de facto mejores condiciones de apoyo con su adhesión a la Alternativa de la Ultraderecha Cubano-Americana-Venezolana para la Desgracia de los Pueblos de Nuestra América?

Honduras: declaran diputado vitalicio a Micheletti y así le dan inmunidad

17:59|Se lo concedió el Congreso. La decisión es interpretada como una forma de proteger con inmunidad al presidente de facto, para así evitar que sea enjuiciado luego de que deje el poder el 27 de enero
El presidente de facto de Honduras, Roberto Micheletti, fue declarado como diputado vitalicio del Congreso Nacional, lo que le daría inmunidad de por vida para que no sea enjuiciado por los delitos derivados del golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya el 28 de junio.

En la noche del miércoles, el Congreso de Honduras decidió otorgarle a Micheletti el cargo de diputado vitalicio un día después que los parlamentarios desistieron de aprobar una amnistía para beneficiar a los involucrados en el golpe de Estado.

En una ceremonia especial celebrada la noche del miércoles, el presidente del poder legislativo, José Saavedra, dijo que Micheletti "se ha destacado por su inspiración democrática, liderazgo natural y respeto a la constitución y las leyes'', y que ''bajo su liderazgo se mantuvo la paz en el país''.

Además, el Congreso argumentó que el actual mandatario de Honduras merece ser declarado diputado vitalicio en vista de que ha sido reelegido siete veces congresista por 28 años, desde 1981.

El Congreso también le concedió a Micheletti la condecoración oficial en su grado de gran cruz extraordinaria con placa de oro, y aprobó que el Estado le diera protección policial de por vida.

Sin embargo, activistas de derechos humanos así como partidos opositores repudiaron la decisión del Congreso, porque viola la Constitución para evitar que Micheletti pueda ser procesado después de que asuma el poder el 27 de enero el presidente electo Porfirio Lobo.

Para el presidente de la Comisión de Derechos Humanos, Andrés Pavón, "este acto es característico de un régimen de corte fascista donde se hacen leyes con la intención de protegerse de hechos nefastos", dijo.

"En la legislación hondureña no existe la figura de diputado vitalicio. La Constitución establece que los diputados se eligen por voto directo y secreto del pueblo", dijo el diputado del partido Unificación Democrática (UD), Marvin Ponce, al tiempo que abandonaba el Congreso, como protesta por los privilegios otorgados a Micheletti

Chávez reta a la oposición a que cumpla su amenaza de juntar firmas para un referéndum revocatorio



Se cumplen 3 años del tercer mandato y la Constitución establece que quienes no estén de acuerdo con el gobierno pueden juntar firmas para realizar un referéndum revocatorio

América Latina es el lugar más estimulante del mundo: Chomsky

Imagen activaDavid Brooks, Hermann Bellinghausen y Luis Hernández (La Jornada)

América Latina es hoy el lugar más estimulante del mundo, dice Noam Chomsky. Hay aquí una resistencia real al imperio; no existen muchas regiones de las que pueda afirmarse lo mismo. Entrevistado por La Jornada, uno de los intelectuales disidentes más relevantes de nuestros tiempos señala que la esperanza en el cambio anunciada por Barack Obama es una ilusión, ya que son las instituciones y no los individuos los que determinan el rumbo de la política.

A lo sumo, lo que el mandatario representa es un giro desde la extrema derecha al centro de la política tradicional estadunidense.

Presente en México para celebrar los 25 años de La Jornada, el autor de más cien libros, el lingüista, crítico antimperialista, analista del papel que desempeñan los medios de comunicación en la "manufactura" del consenso, explica cómo la guerra a las drogas se inició en Estados Unidos como parte de una ofensiva conservadora contra la revolución cultural y la oposición a la invasión de Vietnam.

A continuación, presentamos la transcripción completa de sus declaraciones.

América Latina es hoy el lugar más estimulante del mundo. Por primera vez en 500 años hay movimientos hacia una verdadera independencia y separación del mundo imperial; se están integrando países que históricamente han estado separados. Esta integración es un prerrequisito para la independencia. Históricamente, Estados Unidos ha derrocado un gobierno tras otro; ahora ya no puede hacerlo.

Brasil es un ejemplo interesante. Hacia principios de los 60, los programas de (Joao) Goulart no eran tan diferentes de los de (Luiz Inacio) Lula. En aquel caso, el gobierno de (John F.) Kennedy organizó un golpe de Estado militar. Así, el Estado de seguridad nacional se propagó por toda la región como una plaga. Hoy día Lula es el muchacho bueno, al que están tratando de cultivar, en reacción a los gobiernos más militantes en la región. En Estados Unidos no publican los comentarios de Lula favorables a (Hugo) Chávez o a Evo Morales. Los silencian porque no son el modelo.

Hay un movimiento hacia la unificación regional: se empiezan a formar instituciones que, aunque no funcionan del todo, comienzan a existir. Es el caso de Mercosur y Unasur.

Otro caso notable en la región es el de Bolivia. Después del referendo hubo una gran victoria, y también una sublevación bastante violenta en las provincias de la Media Luna, donde están los gobernadores tradicionales, blancos. Un par de docenas de personas murieron. Hubo una reunión regional en Santiago de Chile donde se expresó un gran apoyo a Morales y una firme condena a la violencia, y Morales respondió con una declaración importante. Dijo que era la primera vez en la historia de América Latina, desde la conquista europea, en que los pueblos habían tomado el destino de sus países en sus propias manos sin el control de un poder extranjero, o sea Washington. Esa declaración no fue publicada en Estados Unidos.

Centroamérica está traumatizada por el terror reaganiano. No es mucho lo que sucede allí. Estados Unidos sigue tolerando el golpe militar en Honduras, aunque es significativo que no lo pueda apoyar abiertamente.

Otro cambio, aunque atropellado, es la superación de la patología real en América Latina, probablemente la región más desigual del mundo. Es una región muy rica, siempre gobernada por una pequeña elite europeizada, que no asume ninguna responsabilidad con el resto de sus respectivos países. Se puede ver en cosas muy simples, como el flujo internacional de capital y bienes. En América Latina la fuga de capitales es casi igual a la de la deuda. El contraste con Asia oriental es muy impactante. Aquella región, mucho más pobre, ha tenido mucho más desarrollo económico sustantivo, y los ricos están bajo control. No hay fuga de capitales; en Corea del Sur, por ejemplo, se castiga con la pena de muerte. El desarrollo económico allá es relativamente igualitario.

Control debilitado

Había dos formas tradicionales con las que Estados Unidos controlaba América Latina. Una era el uso de la violencia; la otra, el estrangulamiento económico. Ambas han sido debilitadas.

Los controles económicos son ahora más débiles. Varios países se han liberado del Fondo Monetario Internacional a través de la colaboración. También se han diversificado acciones entre el sur, en lo que la relación de Brasil con Sudáfrica y China ha entrado como factor. Han podido enfrentar algunos problemas internos sin la poderosa intervención de Estados Unidos.

La violencia no ha terminado. Ha habido tres golpes de estado en lo que va de este siglo. El venezolano, abiertamente apoyado por Estados Unidos, fue revertido, y ahora Washington tiene que recurrir a otros medios para subvertir al gobierno, entre ellos ataques mediáticos y apoyo a grupos disidentes. El segundo fue en Haití, donde Francia y Estados Unidos tiraron al gobierno y enviaron al presidente a Sudáfrica. El tercero es el de Honduras, que es un asunto mixto. La Organización de Estados Americanos asumió una postura firme y la Casa Blanca tuvo que seguirla, y proceder muy lentamente. El FMI acaba de otorgar un enorme préstamo a Honduras, que sustituye la reducción de asistencia estadunidense. En el pasado éstos eran asuntos rutinarios. Ahora esas medidas (la violencia y el estrangulamiento económico) se han debilitado.

Estados Unidos está reaccionando y ha dado pasos para remilitarizar la región. La Cuarta Flota, dedicada a América Latina, había sido desmantelada en los 50, pero se está reahabilitando, y las bases militares en Colombia son un tema importante.

La ilusión de Obama

La elección de Barack Obama generó grandes expectativas de cambio hacia América Latina. Pero son sólo ilusiones

Sí hay un cambio, pero el giro es porque el gobierno de Bush se fue tan al extremo del espectro político estadunidense que casi cualquiera se hubiera movido hacia el centro. De hecho el propio Bush en su segundo periodo fue menos extremista. Se deshizo de algunos de sus colaboradores más arrogantes y sus políticas fueron más moderadamente centristas. Y Obama, de manera previsible, continúa con esta tendencia.

Giró hacia la posición tradicional. Pero ¿cuál es esa tradición? Kennedy, por ejemplo, fue uno de los presidentes más violentos de la posguerra. Woodrow Wilson fue el mayor intervencionista del siglo XX. El centro no es pacifista ni tolerante. De hecho Wilson fue quien se apoderó de Venezuela, sacando a los ingleses, porque se había descubierto petróleo. Apoyó a un dictador brutal. Y de allí continuó con Haití y República Dominicana. Mandó a los marines y prácticamente destruyó Haití. En esos países dejó guardias nacionales y dictadores brutales. Kennedy hizo lo mismo. Obama es un regreso al centro.

Es igual con el tema de Cuba, donde durante más de medio siglo Estados Unidos se ha involucrado en una guerra, desde que la isla ganó su independencia. Al principio esta guerra fue bastante violenta, especialmente con Kennedy, cuando hubo terrorismo y estrangulamiento económico, a lo que se opone la mayoría de la población estadunidense. Durante décadas, casi dos tercios de la población han estado en favor de la normalización de las relaciones, pero eso no está en la agenda política.

Las maniobras de Obama se fueron hacia el centro; suspendió algunas de las medidas más extremas del modelo de Bush, y hasta fue apoyado por buena parte de la comunidad cubano-estadunidense. Se movió un poco hacia el centro, pero ha dejado muy claro que no habrá cambios.

Las "reformas" de Obama

Lo mismo sucede en la política interna. Los asesores de Obama durante la campaña fueron muy cuidadosos en no dejarlo comprometerse con nada. Las consignas fueron "la esperanza" y "el cambio, un cambio en el que creer". Cualquier agencia de publicidad sensata habría hecho que ésas fueran las consignas, pues 80 por ciento del país pensaba que éste marchaba por el carril equivocado. McCain decía cosas parecidas, pero Obama era más agradable, más fácil de vender como producto. Las campañas son sólo asuntos de mercadotecnia, así se entienden a sí mismas. Estaban vendiendo la "marca Obama" en oposición a la "marca McCain". Es dramático ver esas ilusiones, tanto fuera como dentro de Estados Unidos.

En Estados Unidos casi todas las promesas hechas en el ámbito de reforma laboral, de salud, de energéticos, han quedado casi anuladas. Por ejemplo, el sistema de salud es una catástrofe. Es probablemente el único país en el mundo en el que no hay una garantía básica de atención médica. Los costos son astronómicos, casi el doble de cualquier otro país industrializado. Cualquier persona que tiene bien puesta la cabeza sabe que es la consecuencia de que se trate de un sistema de salud privado. Las empresas no procuran salud, están para obtener ganancias.

Es un sistema altamente burocratizado, con mucha supervisión, altísimos costos administrativos, donde las compañías de seguros tienen formas sofisticadas de evadir el pago de las pólizas, pero no hay nada en la agenda de Obama para hacer algo al respecto. Hubo algunas propuestas light, como por ejemplo "la opción pública", pero quedó anulada. Si uno lee la prensa de negocios, encuentra que la portada de Business Week reportaba que las aseguradoras celebraban su victoria.

Se realizaron campañas muy exitosas en contra de esta reforma, organizadas por los medios y la industria para movilizar segmentos extremistas de la población. Es un país en el que es fácil movilizar a la gente con el miedo, e inculcarle todo tipo de ideas locas, como que Obama va a matar a la abuela de uno. Así lograron revertir propuestas legislativas ya de por si débiles. Si en verdad hubiera habido un compromiso real en el Congreso y la Casa Blanca, esto no hubiera prosperado, pero los políticos estaban más o menos de acuerdo.

Obama acaba de hacer un acuerdo secreto con las compañías farmacéuticas para asegurarles que no habrá esfuerzos gubernamentales por regular el precio de las medicinas. Estados Unidos es el único país en el mundo occidental que no permite que el gobierno use su poder de compra para negociar el precio de los medicamentos. Un 85 por ciento de la población se opone, pero eso no significa diferencia alguna, hasta que todos vean que no son los únicos que se oponen a estas medidas.

La industria petrolera anunció que va a utilizar las mismas tácticas para derrotar cualquier proyecto legislativo de reforma energética. Si Estados Unidos no implanta controles firmes sobre las emisiones de dióxido de carbono, el calentamiento global destruirá la civilización moderna.

El diario Financial Times señaló con razón que si había una esperanza de que Obama pudiera haber cambiado las cosas, ahora sería sorprendente que sí cumpliera con lo mínimo de sus promesas. La razón es que no quería cambiar tanto las cosas. Es una criatura de quienes financiaron su campaña: las instituciones financieras, las energéticas, las empresas. Tiene la apariencia de buen tipo, sería un buen acompañante de cena, pero eso no permite cambiar la política; la afecta un poco. Sí hay cambio, pero es un poco más suave. La política proviene de las instituciones, no está hecha por individuos. Las instituciones son muy estables y muy poderosas. Por supuesto, encuentran la manera de confrontar lo que sucede.

Más de lo mismo

Los medios están un poco sorprendidos de que se esté regresando adonde siempre se estuvo. Lo reportan, es difícil no hacerlo, pero el hecho es que las instituciones financieras se pavonean de que todo está quedando igual que antes. Ganaron. Goldman Sachs ni siquiera intenta ocultar que después de haber hundido la economía está entregando jugosos bonos a sus ejecutivos. Creo que en el pasado trimestre acaba de reportar las ganancias más altas de su historia. Si fueran un poquito más inteligentes lo intentarían ocultar.

Esto se debe a que Obama está respondiendo a quienes apoyaron su campaña: el sector financiero. Miren nada más a quién escogió para su equipo económico. Su primer asesor fue Robert Rubin, el responsable de la derogación de una ley que regulaba al sector financiero, lo cual benefició mucho a Goldman Sachs; asimismo, se convirtió en directivo de Citigroup, hizo una fortuna y se salió justo a tiempo. Larry Summers, quien fue la principal figura responsable de detener toda regulación de los instrumentos financieros exóticos, ahora es el principal asesor económico de la Casa Blanca. Y Timothy Geithner, quien como presidente de la Reserva Federal de Nueva York supervisaba lo que sucedía, es secretario del Tesoro.

En un reportaje reciente se examinó a algunos de los principales asesores económicos de Obama. Se concluyó que gran parte de ellos no deberían estar en el equipo de asesoría, sino enfrentando demandas legales, porque estuvieron involucrados en malos manejos en la contabilidad y otros asuntos que detonaron la crisis.

¿Por cuánto tiempo se pueden mantener las ilusiones? Los bancos están ahora mejor que antes. Primero recibieron un enorme rescate del gobierno y los contribuyentes, y lo utilizaron para fortalecerse. Son más grandes que nunca; absorbieron a los débiles. O sea, se está sentando la base para la próxima crisis. Los grandes bancos se están beneficiando con una póliza de seguros del gobierno, que se llama "demasiado grande para fallar". Si se es un banco enorme o una casa de inversión importante, es demasiado importante para fracasar. Si se es Goldman Sachs o Citigroup, no puede fracasar porque eso derrumbaría toda la economía. Por eso pueden hacer préstamos riesgosos, para ganar mucho dinero, y si algo falla, el gobierno los rescata.

La guerra contra el narco

La guerra contra la droga, que desgarra a varios países de América Latina entre los que se encuentra México, tiene viejos antecedentes. Revitalizada por Nixon, fue un esfuerzo por superar los efectos de la guerra de Vietnam en Estados Unidos.

La guerra fue un factor que llevó a una importante revolución cultural en los 60, la cual civilizó al país: derechos de la mujer, derechos civiles. O sea, democratizó el territorio, aterrorizando a las elites. La última cosa que deseaban era la democracia, los derechos de la población, etcétera, así que lanzaron una enorme contraofensiva. Parte de ella fue la guerra contra las drogas.

Ésta fue diseñada para trasladar la concepción de la guerra de Vietnam, de lo que nosotros les estábamos haciendo a los vietnamitas, a lo que ellos nos estaban haciendo a nosotros. El gran tema a fines de los 60 en los medios, incluso los liberales, fue que la guerra de Vietnam fue una guerra contra Estados Unidos. Los vietnamitas estaban destruyendo a nuestro país con drogas. Fue un mito fabricado por los medios en las películas y la prensa. Se inventó la historia de un ejército lleno de soldados adictos a las drogas que al regresar se convertirían en delincuentes y aterrorizarían a nuestras ciudades. Sí, había uso de drogas entre los militares, pero no era muy diferente al que existía en otros sectores de la sociedad. Fue un mito fabricado. De eso se trataba la guerra contra las drogas. Así se cambió la concepción de la guerra de Vietnam a una en la que nosotros eramos las víctimas.

Eso encajó muy bien con las campañas en favor de la ley y el orden. Se decía que nuestras ciudades se desgarraban por el movimiento antibélico y los rebeldes culturales, y que por eso teníamos que imponer la ley y el orden. Allí cabía la guerra contra la droga.

Reagan la amplió de manera significativa. En los primeros años de su administración se intensificó la campaña, acusando a los comunistas de promover el consumo de drogas.

A principios de los 80 los funcionarios que tomaban en serio la guerra contra las drogas descubrieron un incremento significativo e inexplicable de fondos en bancos del sur de Florida. Lanzaron una campaña para detenerlo. La Casa Blanca intervino y suspendió la campaña. Quien lo hizo fue George Bush padre, en ese tiempo encargado de la guerra contra las drogas. Fue cuando la tasa de encarcelamiento se incrementó de manera significativa, en gran parte con presos negros. Ahora el número de prisioneros per cápita es el más alto en el mundo. Sin embargo, la tasa de criminalidad es casi igual que en otros países. Es un control sobre parte de la población. Es un asunto de clase.

La guerra contra las drogas, como otras políticas, promovidas tanto por liberales como por conservadores, es un intento por controlar la democratización de fuerzas sociales.

Hace unos días, el Departamento de Estado de Obama emitió su certificación de cooperación en la lucha contra las drogas. Los tres países que fueron descertificados son Myamar, una dictadura militar –no importa, está apoyada por empresas petroleras occidentales–, Venezuela y Bolivia, que son enemigos de Estados Unidos. Ni México, ni Colombia, ni Estados Unidos, en todos los cuales hay narcotráfico.

Un lugar interesante

El elemento central del neoliberalismo es la liberalización de los mercados financieros, lo cual hace vulnerables a los países que tienen inversionistas extranjeros. Si uno no puede controlar su moneda y la fuga de capitales, está bajo control de los inversionistas extranjeros. Pueden destruir una economía si no les gusta lo que este país hace. Ésa es otra forma de controlar pueblos y fuerzas sociales, como los movimientos obreros. Son reacciones naturales de un empresariado muy concentrado, con gran conciencia de clase. Claro que hay resistencia, pero fragmentada y poco organizada, y por ello pueden seguir promoviendo políticas a las que se opone la mayoría de la población. A veces esto llega al extremo.

El sector financiero está igual que antes; las aseguradoras de salud han ganado con la reforma sanitaria, las empresas energéticas ganarán con la reforma energética, los sindicatos han perdido con la reforma laboral y, por supuesto, la población de Estados Unidos y la del mundo pierden porque ya de por sí la destrucción de la economía es grave. Si se destruye el medio ambiente, los que de veras sufrirán son los pobres. Los ricos sobrevivirán a los efectos del calentamiento global.

Por esto América Latina es uno de los lugares verdaderamente interesantes. Es uno de los sitios en los que hay verdadera resistencia a todo esto. ¿Hasta dónde llegará? No se sabe. No me sorprendería que haya un giro a la derecha en las próximas elecciones en América del Sur. Aun así, se ha logrado un avance que sienta las bases para algo más. No hay muchos lugares en el mundo de los que pueda decirse lo mismo.