Haití un acreedor, no un deudor

Naomi Klein
The Nation


Si creemos a los ministros de Finanzas del G-7, Haití está a punto de conseguir algo que se merecía desde mucho tiempo atrás: el "perdón" total de su deuda externa. En Puerto Príncipe, el economista haitiano Camille Chalmers ha estado siguiendo estos acontecimientos con un optimismo cauto. La cancelación de la deuda es un buen comienzo, dijo a Al Jazeera en su versión anglo, pero “es tiempo de ir más allá. Tenemos que hablar sobre reparaciones e indemnizaciones por las devastadoras consecuencias de la deuda”. En su declaración, la idea de que Haití es un país deudor, necesita ser abandonada. Haití, argumenta, es un acreedor –y somos nosotros, en Occidente, quienes estamos demorados en el pago de nuestras obligaciones-.

Nuestra deuda con Haití proviene principalmente de cuatro fuentes: la esclavitud, la ocupación estadounidense, la dictadura y el cambio climático. Estos reclamos no son fantasiosos, ni puramente retóricos. Se basan en múltiples violaciones de normas y acuerdos legales. Aquí, aunque demasiado brevemente, se ofrecen algunos aspectos destacados del caso haitiano.

- La deuda de la esclavitud. Cuando los haitianos ganaron su independencia de Francia en 1804, tuvieron todo el derecho de reclamar reparaciones a los poderes que se habían aprovechado durante trescientos años del trabajo robado. Francia, de todos modos, estaba convencida de que habían sido los haitianos quienes habían robado la propiedad de los dueños de esclavos negándose a trabajar gratuitamente. Por ello, en 1825, con una flota de barcos de guerra amarrados en la costa haitiana amenazando con volver a esclavizar la antigua colonia, el rey Carlos X vino a recolectar: 90 millones de francos en oro –diez veces la renta anual de Haití en ese momento-. Sin capacidad para negarse, y sin posibilidades de pagar, la joven nación fue amarrada a una deuda que tardaría 122 años en saldarse.

En 2003 el presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide, enfrentado a un agobiante embargo económico, anunció que Haití demandaría al gobierno francés por el robo perpetrado tiempo atrás. “Nuestro argumento”, me dijo el ex abogado de Aristide, Ira Kurzban, “fue que el contrato era un acuerdo sin validez porque estuvo basado en la amenaza de re-esclavización en tiempos en los que la comunidad internacional consideraba la esclavitud como un mal”. El gobierno francés estuvo lo suficientemente preocupado como para enviar un mediador a Puerto Príncipe para que mantuviese el caso fuera de los tribunales. Finalmente, sin embargo, su problema fue eliminado: mientras se llevaban a cabo los preparativos del juicio Aristide fue derrocado. El juicio desapareció, pero para muchos haitianos los reclamos de reparación aún continúan.

- La deuda de la dictadura. Desde 1957 a 1986, Haití estuvo gobernado por el régimen desafiantemente cleptocrático de Duvalier. A diferencia de la deuda francesa, el caso contra Duvalier se expuso en varios tribunales que rastrearon los fondos haitianos hasta una elaborada red de cuentas bancarias en Suiza y fastuosas propiedades. En 1988 Kurzban ganó un juicio clave contra Jean-Claude “Baby Doc” Duvalier cuando una Corte de Distrito en Miami dictaminó que el depuesto gobernante había “malversado más de 504 millones de dólares de fondos públicos”.

Los haitianos, por supuesto, aún siguen esperando la restitución de ese dinero –pero este fue sólo el comienzo de sus pérdidas-. Durante más de diez años los acreedores del país insistieron en que los haitianos debían pagar las astronómicas deudas contraídas por Duvalier, estimadas en 844 millones de dólares, gran parte de las cuales pertenecían a instituciones como el FMI y el Banco Mundial. Sólo en servicios de deuda, los haitianos tienen que pagar 10 millones de dólares por año.

¿Era legal para los prestamistas extranjeros cobrar las deudas de Duvalier siendo que gran parte de ellas nunca se gastaron en Haití? Muy probablemente no. Como me afirmó Cephas Lumina, el experto independiente en deuda externa de las Naciones Unidas, “el caso de Haití es uno de los mejores ejemplos de deuda odiosa en el mundo. Sólo sobre esa base la deuda debería ser cancelada incondicionalmente”. Pero aún si Haití viera cancelada la totalidad de su deuda (y destaco el si), esto no extinguiría su derecho a ser compensado por las deudas ilegales que ya se contrajeron.

- La deuda climática. Apoyado por muchos países en vías de desarrollo en la cumbre sobre cambio climático de Copenhague, el caso de la deuda climática es sencillo. Los países ricos que han fallado tan espectacularmente en resolver la crisis climática que han causado tienen una deuda con los países en desarrollo que han contribuido poco a la crisis pero que padecen sus efectos de manera desproporcionada. En resumen, quien contamina, paga. Haití tiene un argumento irrefutable. Su contribución al cambio climático ha sido insignificante; las emisiones de carbono per capita de Haití representan sólo el 1% de las emisiones de los Estados Unidos. Aun así, Haití está entre los países más afectados –de acuerdo con un índice, sólo Somalia es más vulnerable al cambio climático-.

La vulnerabilidad de Haití al cambio climático no se debe sólo –ni siquiera principalmente- a su geografía. Efectivamente el país enfrenta tormentas cada vez más devastadoras. Pero es la débil infraestructura de Haití la que convierte situaciones de alerta en desastres, y los desastres en completas catástrofes. El terremoto, a pesar de que no tiene relación con el cambio climático, es un excelente ejemplo. Y aquí es donde todos esos pagos de deudas ilegales pueden tener su costo más devastador. Cada pago a un acreedor extranjero es dinero que no se utilizó para construir un camino, una escuela, una línea eléctrica. Y esa misma deuda ilegítima incrementa el poder del FMI y del Banco Mundial para imponer onerosas condiciones para cada nuevo préstamo, requiriendo que Haití desregule su economía y achique aún más su sector público. Al fallar en el cumplimiento de esas condiciones fue castigado con un embargo de la ayuda desde 2001 hasta 2004, las campanas de muerte para la esfera pública haitiana.

Esta historia precisa ser confrontada ahora, porque amenaza con repetirse. Los acreedores de Haití ya están utilizando la desesperada necesidad de ayuda por el terremoto para presionar por la quintuplicación de la producción en el sector textil, uno de los trabajos más explotadores en el país. Los haitianos no tienen mucho prestigio en estas conversaciones, porque se les considera receptores pasivos de ayuda, no participantes dignos y plenos en un proceso de reparación e indemnización.

Un cálculo sobre las deudas que el mundo tiene con Haití podría cambiar radicalmente su dinámica venenosa. Aquí es donde comienza el verdadero camino hacia la reparación: mediante el reconocimiento del derecho de los haitianos a ser reparados.

Naomi Klein es una premiada periodista y sindicada columnista y autora del bestseller La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre (septiembre 2007); un bestseller internacional previo fue No-Logo: el poder de las marcas (2002); y la colección Vallas y ventanas: despachos desde las trincheras del debate sobre la globalización (2002).

Fuente: http://www.thenation.com/doc/20100301/klein

Traducción para www.sinpermiso.info: Camila Vollenweider

Las líneas de Chávez

¡Rumbo al Estado Comunal!


I
“Zamora vive, la lucha sigue”, es la consigna que cobra vida en nuestro pueblo. No podía tener marco más propicio la promulgación de la Ley Orgánica del Consejo Federal de Gobierno que el acto de develación de la estatua del General del Pueblo Soberano Ezequiel Zamora en el parque El Calvario de Caracas. Nos acompañaron en esta luminosa jornada representantes de consejos comunales de todo el país, junto al poder legislativo.

Se cumplieron 151 años del inicio de la Guerra Federal (1859-1863): fue un 20 de febrero de 1859 cuando Tirso Salaverría comandó la Toma de Coro para luego lanzar el Grito de Federación. Mayor homenaje, entonces, no podíamos brindarle a Zamora que entregando a nuestro pueblo una ley destinada a contribuir con su liberación definitiva.

II
“Yo antepongo siempre la comunidad a los individuos”, escribía nuestro Libertador Simón Bolívar el 28 de octubre de 1828 al general Antonio José de Sucre. He aquí el espíritu y nervio motor de nuestro actual Bolivarianismo: lo comunal, lo social ante todo y por sobre todas las cosas. Razón tenía Simón Rodríguez al decir en sus Sociedades Americanas de 1828: “Se verá que hay dos especies de política: popular y gubernativa: y que primero son políticos los pueblos que sus gobiernos”.

Hoy podemos decir que ya tenemos una sociedad altamente politizada, en el justo sentido y significado del término, y que nuestra Revolución Bolivariana es consecuencia directa de tal politización, cuyo punto de estallido fue el 27 de febrero de 1989, rebelión popular que el próximo sábado cumple su vigésimo primer aniversario. Recordemos aquello que decía el gran revolucionario venezolano Kléber Ramírez —Historia documental del 4 de febrero (1998)— allá por agosto de 1992 en el más puro espíritu robinsoniano: “…llegó la hora para que las comunidades asuman poderes de Estado, lo que conllevará administrativamente la transformación global del Estado venezolano y socialmente el ejercicio real de la soberanía por parte de la sociedad a través de los poderes comunales”.

Estas son las razones por las que este sábado 20 de febrero hemos promulgado y lanzado la nueva Ley Orgánica del Consejo Federal de Gobierno. Con ella abrimos aún más las puertas para avanzar en la distribución del poder en las manos del pueblo, adquiriendo el Estado mayor eficiencia y eficacia y, por sobre todo, unidad para cumplir las funciones que le otorga la Constitución.

Una y otra vez lo he dicho: la realidad territorial venezolana debe ser transformada y, por eso, la necesidad de configurar una nueva geometría del poder que se convierta en el reordenamiento popular, comunal y socialista de la geopolítica de la Nación.

Por socialismo entendemos democracia sin fin, siguiendo en esto al gran teórico portugués Boaventura de Sousa Santos. De allí, entonces, nuestra firme convicción de que la mejor y la más radicalmente democrática de las opciones para derrotar el burocratismo y la corrupción es la construcción de un Estado comunal que sea capaz de ensayar un esquema institucional alternativo en la misma medida en que se reinventa permanentemente.

Con esta ley debemos comenzar —en serio y en real, como solía decir García Bacca— el desmontaje de todo el corroído andamiaje colonial sobre el cual se levanta una organización territorial con la que se pretendió hacer trizas la unidad nacional. Y por supuesto que el Poder Popular jugará un papel principal, esencial diría yo, en la transformación radical de nuestra geografía.

III
Desde la entrada en vigencia de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario en el 2001, la oligarquía latifundista puso en marcha una agenda violenta contra el rescate de las tierras comunes y el ejercicio pleno del derecho consagrado por la Ley de Tierras y por la misma Constitución. Ante la arremetida contra el pueblo campesino a través de una escalada de agresiones, sabotajes y ejecuciones sicariales por las fuerzas más retrógradas de nuestra sociedad, el deber indelegable del Estado nacional bolivariano y el Gobierno Revolucionario es proteger al campesinado: defenderlo con todos los medios a su alcance. La Milicia Campesina nace para cumplir con ese deber, colocando el énfasis en el protagonismo y la responsabilidad del campesinado como sujeto colectivo en función de su propia defensa.

Los primeros ejercicios de la Milicia Campesina, que realizamos en El Pao, estado Cojedes, el pasado viernes, son apenas una primera muestra del desarrollo de un cuerpo armado popular para salvaguardar nuestra integridad y nuestra soberanía en los campos de Venezuela. ¿Quién más que la comunidad conoce mejor que nadie las dinámicas, las actividades, las fallas y los aspectos esenciales en materia de seguridad en su localidad; lo mismo en materia geográfica, espiritual y material?.

La Milicia Campesina, así como la Milicia Bolivariana como totalidad, no son fuerzas paramilitares, como los sesudos analistas de siempre quieren hacer ver, menos aún si concebimos semejante palabra dentro de la semántica reaccionaria colombiana. Por el contrario, la Milicia Bolivariana (cuerpo absolutamente regido por una Ley), al igual que los consejos comunales, son expresiones del nuevo Estado comunal; parte integral de las nuevas estructuras de poder comunal que venimos construyendo.

La Milicia Bolivariana es uno de los componentes de la Fuerza Armada Bolivariana y, por tanto, ni la socava, ni mucho menos pretende suplantarla. Lo que molesta e irrita a quienes difunden esta clase de mentiras, es que la Fuerza Armada se haya reencontrado con su identidad originaria: pueblo en armas.

La Milicia Campesina encarna hoy un principio trascendente: la defensa de la propia tierra, de nuestra tierra. Defensa contra el eventual agresor externo, pero también contra el agresor interno que se ha amparado, durante demasiado tiempo, en un verdadero estado de impunidad que ha contado con la venalidad de ciertos tribunales de la República que amparan y protegen a los latifundistas y criminalizan a los campesinos y campesinas que quieren hacer valer la Ley de Tierras.

El pasado 15 de febrero se cumplieron 191 años del memorable Discurso de Angostura. La Guerra de Independencia no había terminado pero en el verbo de nuestro Libertador se encarna la reconquista de nuestra identidad como Patria y se dibujaba la impronta libertaria de Venezuela. Recordemos unas líneas luminosas que confirman la razón de ser de nuestras Milicias Campesinas, nuestras milicias zamoranas: “La esclavitud rompió sus grillos, y Venezuela se ha visto rodeada de nuevos hijos, de hijos agradecidos que han convertido los instrumentos de su cautiverio en armas de libertad. Sí, los que antes eran esclavos, ya son libres; los que antes eran enemigos de una madrastra, ya son defensores de una patria”.

¡Vamos, con Zamora, con Róbinson y con Bolívar, hacia el Estado Comunal!

¡Hacia el socialismo!

¡¡Venceremos!!

Cuba-USA: ¿Qué los separa?

Max Lesnik
Cubadebate


En estos días, sendas representaciones diplomáticas de los gobiernos de Cuba y Estados Unidos se reunirán en La Habana para discutir - según se ha anunciado- sobre “temas de inmigración”, un asunto según se dice, de suma importancia para estos dos países, muy distantes entre sí desde hace más de medio siglo, por algo más complejo que las sólo 90 Millas que los separa.
Tan cerca y tan lejos, dirán los que ignoran las razones de un pleito que viene de mucho tiempo antes del triunfo revolucionario de 1959. Bien es cierto que a partir de entonces fue que las diferencias tomaron matices más dramáticos precisamente, por la abierta resistencia de los cubanos a aceptar como antes, desde 1902 al 31 de diciembre de 1958, los dictados de la política exterior de Washington hacia la pequeña nación caribeña que venía reclamando su derecho a “ser libre y soberana, de España y de los Estados Unidos”, para decirlo con palabras de José Martí.

Aparentemente lo único que desea discutir Estados Unidos con Cuba en estas conversaciones es algo que mucho le preocupa a Washington: La seguridad de sus fronteras ante la posibilidad de un éxodo masivo de cubanos impulsados a emigrar de su patria en caso de una situación desestabilizadora del país. Algo que paradójicamente es el propio gobierno norteamericano el que más contribuye a ello, con su torpe y obsoleta política de tiempos de la “guerra fría”, como es el caso de la llamada “Ley de Ajuste Cubano”.
¿Hablar sólo de Asuntos Migratorios? ¿Y por qué no hablar de todo lo demás que separa a ambas naciones? Eso sería lo correcto, sobre todo porque ya el propio gobierno de la isla que actualmente preside Raúl Castro ha expresado de manera firme y categórica que está en disposición de discutirlo, todo, “absolutamente todo”, para repetir las propias palabras del nuevo presidente cubano cuando se refería al tema de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos en ocasión de la llegada a la Casa Blanca del nuevo mandatario norteamericano Barack Obama.

“La guerra es la política exterior por otros medios”. Pero hay casos en que sin llegar a las acciones militares con aviones, tanques y soldados, una nación de arrogancia imperial puede aplicar a un vecino más débil ,una política de hostigamiento económico, diplomático y de confrontación permanente, con la aviesa intención de provocar un derrumbe catastrófico nacional sin llegar a la guerra misma.

Ese es el caso de los Estados Unidos contra Cuba. Como arma primera, el Bloqueo , llamado eufemísticamente “Ley del Embargo” para “humanizar” gramaticalmente esa arbitraria e injusta agresión económica. “Cuba, país terrorista” es el otro instrumento de la diplomacia norteamericana contra Cuba. A lo que se suma toda una serie de exigencias llamadas “Democratizadoras” que le hacen al gobierno cubano por parte de Washington como condiciones previas al restablecimiento de las relaciones normales entre ambas naciones.
En otras palabras. Que Estados Unidos le exige a Cuba, como condición para restablecer sus relaciones diplomáticas, que sus gobernantes renuncien a sus cargos y que el país cambie sus instituciones y sistema de gobierno, para que Cuba vuelva al pasado en su condición de obediente “cliente” del Departamento de Estado, con un señor Embajador norteamericano de Procónsul en La Habana.

Estados Unidos no le exigió a la Rusia Soviética en 1933 que abandonara su sistema político y renunciara al comunismo, ni mucho menos le exigió al Mariscal Stalin su salida del poder como condición “sine cua non” para establecer las relaciones diplomáticas entre Washington y Moscú. ¿Por qué a Cuba sí y a Rusia no? ¿Por qué a Cuba sí y a China comunista no? ¿Por qué a Vietnam sí y a Cuba no?

Al parecer la cuestión es de tamaño y de distancia. Cuba es una nación pequeña y está a solo 90 millas de Estados Unidos, lo que resulta un doble pecado.

Por su parte Cuba no pone condiciones para un dialogo con Estados Unidos. Ni exige a los norteamericanos que cambien su sistema de gobierno o que abandonen el capitalismo por el socialismo y mucho menos exigen la renuncia de su actual Presidente. Y a la hora de reclamar, Cuba sólo pondría dos puntos sobre la mesa: Respeto a la soberanía nacional y libertad para los Cinco.

A estas alturas, la discusión sobre asuntos de inmigración entre Cuba y Estados Unidos es, a mi manera de ver, algo de poca importancia si se compara con las verdaderas cosas que separan a las dos naciones. Digo, si se quiere resolver de verdad de una vez por todas, esta larga “guerra” de las 90 Millas.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2010/02/18/cuba-usa-%C2%BFque-los-separa/
http://www.youtube.com/watch?v=ehUOkkzaVhQ

Industria hollywoodense justifica invasión a Venezuela

Preparan nuevo ataque contra la Revolución Bolivariana

Por: Telesur
Fecha de publicación: 13/02/10

imprímelo mándaselo a
tus panas
El guión está listo, las escenas grabadas, sólo un retraso en la postproducción impidió que se estrenara en abril ¿el 11?. El día no se menciona, pero sí el mes para un nuevo ataque internacional contra Venezuela.
En agosto será estrenado The Expendables, una película bélica ambientada en "algún país de Latinoamérica", dirigida y protagonizada por Sylvester Stallone y en la que participan otros actores conocidos por sus famosas actuaciones en rodajes de guerra y violencia.
La relación entre Venezuela y Estados Unidos, durante los dos períodos que permaneció Bush en la Casa Blanca, tuvo momentos de tensión, consecuencia de las políticas guerreristas y de intentos de invasión de Washington en el mundo.
Además, el apoyo y participación del gobierno de Bush al golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez en abril de 2002 hicieron aún más tensas las relaciones.
Desde la instauración en el país de la Revolución Bolivariana, los ataques internacionales contra Venezuela no han cesado. Las trasnacionales de la información y la prensa privada nacional son partícipes de estos, acompañados de otros medios, como la industria hollywoodense y empresas del entretenimiento virtual.
En la película de Stallone, el gobierno de "Estados Unidos, con ayuda de otras naciones, arma, en secreto, un equipo con su personal militar más capacitado para derrocar a un dictador que ha causado estragos en algún país de América Latina durante más de 20 años", se desprende en la sinopsis publicada en el portal que publicita ese largometraje.
La justificación es porque ha violado la política exterior. En la trama se busca "terminar con la vida del dictador". Lo mismo con los "gobiernos que lo respaldan".
La mención de Venezuela no se hace en el largometraje, pero en el sitio web de la película, además de hablar de "algún país de Latinoamérica" en la sinopsis, se muestra en su trailer a soldados con boinas rojas, quienes pertenecen al ejército del "dictador" a asesinar.
El cineasta venezolano Carlos Azpúrua advirtió que "están preparando el terreno. Esta película tiene elementos bien claros y simbologías precisas que hacen analogía con Venezuela".
Azpúrua manifestó que no ha visto The Expendables, pero sí señaló que está al tanto de la trama de este largometraje y destacó que el cine es una herramienta de "penetración ideológica". Y, especialmente el estadounidense, "nos ha penetrado con este tipo de películas que justifican una invasión con personajes emblemáticos".
"La trama de esta película justifica una posible invasión a Venezuela, tal como ha sucedido con países árabes", dijo el creador venezolano.
Azpúrua además detalló que la industria cinematográfica estadounidense entretiene "preparando el terreno de acciones políticas y militares".
Este tipo de películas, argumentó el director del filme Amaneció de Golpe, es un anticipo comunicacional:"Condiciona al espectador para asumir de manera pasiva la invasión a un país. Le da lógica a la invasión".
"Éste (The Expendables) es el ejemplo más burdo y evidente de lo que ha sacado la industria norteamericana", indicó, y ante esto, apuntó que el Estado debería actuar, "sobre todo en una situación política, nacional e internacional, como en la que vivimos".
"Entender el cine norteamericano es entender al modelo norteamericano", añadió.


Antecedentes
Venezuela es un importante exportador de petróleo a Estados Unidos. En 2006 se anunció la salida del videojuego Mercenaries 2: World in Flames, de la empresa estadounidense Pandemic Studios.
La misión del jugador, encarnado en un soldado de tipo caucásico, es la de derrocar a "un tirano hambriento de poder que altera el suministro de petróleo del país suramericano, desatando una invasión que convierte al país en una zona de guerra", citan en la presentación del juego, en su sitio web, sus creadores. En Mercenaries 2 las escenas tridimensionales trasladan a paisajes urbanos, selváticos e instalaciones petroleras, evidentemente de las zonas donde se extrae crudo venezolano y de Caracas, la capital venezolana.

Incluso, en una imagen de la capital venezolana con edificios derribados tras un ataque, se puede ver una sede de la petrolera estatal Pdvsa con el logo original de la empresa.
Otro caso similar es Avatar, de James Cameron, el país (Venezuela) es mencionado en los primeros minutos de la película. En este largometraje futurista, su protagonista, un veterano de guerra norteamericano, llega a otro planeta y le dice a los habitantes de éste que él venía de invadir a Venezuela.

Haitianos no pudieron ingresar a la Argentina

Se lo habrían impedido en La Quiaca. No se sabe cómo llegaron hasta Bolivia y no se confirmó si son sobrevivientes del terremoto del 12 de enero.
Redacción LAVOZ.com.ar

Al menos 70 haitianos pretendieron ingresar sin éxito a la Argentina a través de La Quiaca, Jujuy, a unos 20 días del devastador terremoto ocurrido en el país caribeño el 12 de enero pasado, según informaron distintos medios y admitieron sin precisiones en Migraciones.

Desde la sede de Jujuy de la Dirección de Migraciones dijeron a LAVOZ.com.ar que las autoridades habían viajado a la localidad fronteriza, en el extremo norte argentino, y que la decisión de impedir el paso se había tomado en la sede central de Buenos Aires.

Se aguarda una respuesta de la oficina de Prensa de Migraciones de Argentina, consultada por este diario. Además, se consultó al Ministerio del Interior, que derivó al área de migraciones.

No hay precisiones acerca de si efectivamente los migrantes son sobrevivientes del terremoto que dejó al menos 200 mil muertos en Haití.

Según El Tribuno de Salta , fueron 76 los haitianos que intentaron pasar a la Argentina, aunque medios del vecino país hablan de 71 y hasta 80 personas pretendiendo cruzar la frontera.

El diario El Deber de Santa Cruz de la Sierra dijo, citando a fuentes de Migraciones de Bolivia, que los migrantes habían llegado a ese país por Perú, por vía terreste, luego de volar desde Panamá hasta Lima.

Según el diario El Potosí , la Gendarmería argentina no había permitido el ingreso y el grupo de haitiano se dirigió a Tarija, donde el comandante departamental de la Policía, Modesto Palacios, informó que los haitianos, en su mayoría mujeres y niños, "se embarcó rumbo a Santa Cruz con el propósito de continuar viaje a Brasil", publica El Deber .

Los migrantes se encuentran en Bolivia con visa de turista expedida por 30 días, según distintos medios de ese país.