"¿Qué vamos a poner cuando la ilusión se diluya?" por Guillermo Cieza


Cuando se levantó un poco la tapa de la olla del caso Schoclender, correspondió a los militantes populares salir a defender a las Madres y a todo lo que representan.
Advertimos que  los ataques de la derecha van mucho más allá de golpear al gobierno. Se pretende utilizar el caso para ensuciar al conjunto de los organismos de derechos humanos, y para denostar a la generación de los 30000 desaparecidos.
Pero esta posición de autodefensa, no agota la cuestión.
Quizás la punta del ovillo la da el hecho de que haya sido el Juez Oyarbide tome la cuestión. Un juez que casualmente sale sorteado, cuando el gobierno tiene un escándalo en puerta. Oyaribide habría sido llamado en este caso para acotar el incendio.
El caso Schoclender es una fotografía del kirchnerismo.
En la superficie, una política progresista. Una Fundación, “Sueños compartidos”, que organizada por las Madres de Plaza se dedica a hacer casas para los mas humildes.
En los cimientos una estructura mafiosa que ha utilizado símbolos populares, para hacer negocios turbios.
El kirchnerismo es un proyecto político con discurso progresista nacional y popular que se asienta en grandes empresas que son trasnacionales, una estructura sindical burocrática y corrupta y una estructura política conformada por gobernadores e intendentes del conurbano que en su mayoría acompañaron al PJ en el giro neoliberal de los 90,  y funcionarios que fueron parte de los gobiernos de Menem, o De la Rua.
¿Como funciona esto? Hay crecimiento económico, el gobierno tiene mucha plata y una inteligente política cultural y de fragmentación de las fuerzas populares,  hay menos pobres.
El país tiene ingresos excepcionales por exportaciones, que se corresponden con un mercado mundial donde la especulación financiera y la aparición de los bio-combustibles, han elevado artificialmente los precios de alimentos y forrajes, y donde la crisis mundial por el momento ha favorecido a un país como el nuestro cuyos principales clientes son Brasil y China.
Acordemos también que el gobierno ha desarrollado un aparato cultural progresista,  ha sabido darse políticas para la Universidad, y para la tecno-militancia asociada a proyectos locales de promoción social, promoviendo la cooptación y la desarticulación de las fuerzas populares críticas al modelo.
Finalmente, el continuado crecimiento económico ha profundizado la desigualdad social, pero ha reducido los niveles de pobreza e indigencia. Algunas políticas activas como la Ley de asignaciones familiares y el Argentina Trabaja han contribuido a mejorar estos índices.

Al fallecer Néstor Kirchner la movilización masiva y la gran presencia de jóvenes, animó la ilusión que el kirchnerismo podía llegar a construir una fuerza política acorde con su discurso.  A escasos 8 meses de este suceso, esto no parece haber ocurrido. Es  cierto que a aumentado la presencia de jóvenes en las filas oficialistas, pero nada nuevo se ha construido, y la Campora, que amago presentarse como una opción diferente, se ha ido convirtiendo en una franquicia para mejorar posicionamientos en las listas partidarias.
Para octubre de 2011 la suerte parece estar echada. En un país que ha aumentado su politización y cuyo pueblo mira con atención y simpatía los procesos de Bolivia, Ecuador, Venezuela y ahora Perú, los principales candidatos de oposición se disputan el voto de centroderecha. Por izquierda la propuesta es muy marginal. La centroizquierda a menos de un mes para el cierre de listas aún no sabe si presentara candidato.
Lo más probable es que gane Cristina Fernández en primera vuelta. El mejor escenario posible para la derecha es que no se presente por su desgaste emocional.

Aún para quienes teníamos indicios muy fuertes de los manejos de Schoclender, que estos hechos hayan tomado una gran dimensión pública fue una sorpresa.
Nos sucede que llegamos a acostumbrarnos a la idea de que proyectos bien presentados pueden perdurar en el tiempo aunque tengan pies de barro.
Puede sucedernos lo mismo con el kirchnerismo.  Después del conflicto con “el campo” supuse que ya había que empezar a hablar del post-kirchnerismo. Y supuse mal. Pero creo que lo mas grave es que estaba mal formulada la pregunta. Más que acertar cuando se va a destapar la olla, hay que ponerse a pensar que vamos a poner cuando la ilusión se diluya.
Hay bases para pensar una alternativa. Hay organizaciones populares que han resistido a la cooptación. Hay una nueva generación política que está pidiendo pista y que esta librando con logros la indispensable batalla de ideas.
Los cinco mil jóvenes que durante dos días debatieron en el Foro de la Educación para el Cambio Social en Buenos Aires, son un buen síntoma de que, también en la Argentina, otro País es Posible.

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